Este 2014, París rinde homenaje a Brassaï, el escritor, director y fotógrafo nacido en 1899 en la ciudad transilvana -hoy rumana- de Brasov, un artista que a los cuatro años se enamoró de la capital francesa, a la que convertió luego en el hilo conductor de su inspiración.
De los barrios elegantes de la ciudad que tanto y tan tempranamente amó, de sus monumentos y lugares secretos de perdición, a los grandes bulevares y sus escaparates, el empedrado de una calle o el beso de una pareja en un bar: París y sus habitantes se convirtieron en algo sublime en manos de Brassaï, fallecido en 1984.
La comisaria de la exhibición, Agnès de Gouvion Saint-Cyr, ejecutora testamentaria de la obra del artista, a quien conoció en 1971, dividió la muestra en cinco espacios distintos, cada uno relacionado con un aspecto de su obra.
Siempre buscó aquí la relación con París, pues, comentó, “hay mil y una maneras de mostrar la obra de Brassaï”.
Citó como ejemplo, la muestra “Sevilla en Fiesta”, organizada “hace seis o siete años” en la capital andaluza, y otras por realizar en las que se podría resaltar su trabajo surrealista, o poner en su contexto sus imágenes y sus textos.
“Tuvo el sentimiento de que la vida y la cultura francesa iban a desaparecer, y no se equivocaba, pues años después llegaría la II Guerra Mundial”, explicó.
“Al final de su vida, Brassaï explicaba su fascinación por el muro”, que consideraba como “el museo más grande el mundo, donde cada cual, incluso las personas más incultas, podían expresarse”, señaló la comisaria, quien recordó que además de fotógrafo fue dibujante, periodista, pintor, grabador, escultor y realizador de filmes y tapices.