Para agrupaciones de Derechos Humanos, la sentencia al ex comandante en jefe del Ejército, conocida el jueves por el Caso Caravana de La Muerte, episodio La Serena, «es irrisoria y demuestra de manera clara la ceguera de esta justicia de clase…».
La noticia se conoció el día jueves. Para la mayoría, impunidad. Para otros, al menos queda ese consuelo de haber sido condenado. Sí, con libertad vigilada, «lamentablemente», expresa Anita Merino, presidenta regional de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de La Serena.
Fue el jueves por la tarde cuando desde Santiago la Corte Suprema confirmaba la condena al ex comandante en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, sentenciado a cinco años de presidio como cómplice de 15 homicidios cometidos el 16 de octubre de 1973 en el marco del proceso conocido como «Caravana de la Muerte», episodio La Serena.
Entonces las reacciones no tardaron. En la Corporación La Serena 16 de Octubre no tomaron de buena forma que la condena del militar sea «en su casa, con su familia».
En ese punto, Martín Faunes, vocero, comentó que «estamos ni más ni menos, en otro de los miles de hechos que nos muestran que en nuestro país lo que tenemos es un remedo de justicia. Cómo es posible que alguien cuyo acto comprobado de encubrimiento y más aún de cómplice de un asesino masivo, como fue el cometido aquel 16 de octubre, se le pueda condenar a solo cinco años y, para su bienestar y regocijo, manteniéndole su beneficio de libertad vigilada».
Agrega que «esto que es tan absurdo, demuestra de manera clara la ceguera de esta justicia de clase, cuyos guantes de seda se ocupará de los favoritos, y de seda más fina aún para los ‘más favoritos’, como Cheyre».
Ejemplo de aquello es que a criminales como Ojeda Torrent y Alegría González «les dan 10 años y se van a la cárcel, y bien que lo merecen, aunque es evidente que ameritan mucho más. En cambio, al favorito de los favoritos, el criminal Cheyre, se va para su casa a disfrutar por el resto de su vida. Entonces debe estar muy contento sin que le pesen los 15 asesinatos, tampoco la sospecha de que haya dirigido la patrulla que asesinó a los Angelitos de Guayacán, ni que haya entregado a las monjas al hijo sobreviviente de Bernardo Lejderman y María Avalos, asesinados el 8 de diciembre de 1973».
En la sentencia, el máximo tribunal consideró que se incurrió en error al calificar la participación atribuida al condenado Cheyre Espinoza como encubridor de los homicidios, estableciéndola en la complicidad
Aseveró Faunes que «todos estos asesinos debieran tener perpetua. La seda con que se les trata no es más que una vergüenza, y lo dictaminado por la justicia no solo es una burla para los familiares de los 15 asesinados aquel 16 de octubre, si no para los familiares de todos los que sufrieron el rigor de la tiranía y una vergüenza para la ciudad y para toda la ciudadanía de nuestro país».
Otras causas
Anita Merino, en su casa en La Serena, junto a su madre, se enteró de la noticia. Para ambas, una sensación de impunidad que sigue latente, pese a la condena por su complicidad en los 15 homicidios cometidos al interior del polígono del entonces Regimiento Arica.
«Juan Emilio Cheyre era una persona intocable, al igual que otros. Sin embargo, algunos ministros han hecho el esfuerzo con valentía y coraje, y han llegado a esta instancia que no es la mejor, claro, puesto que lamentablemente deberá cumplir la condena en casa, junto a su familia», se lamenta.
Para la dirigenta de los Derechos Humanos en la región, lo sucedido es casi una «burla» y por eso encuentra «irrisoria la condena, cuando sabemos que tiene una responsabilidad tremenda, por cuanto torturó y fusiló a prisioneros políticos. A los 50 años, cuando se esperaba que Juan Emilio Cheyre, junto con otros responsables de crímenes de lesa humanidad, fuera a la cárcel, lamentablemente no ha sido así. Es una vergüenza para el país, el mundo y el Ejército».
Si valora «la valentía de algunos ministros», que supieron llegar a esta instancia, «y que no es la mejor, reitero, porque se hizo justicia en la medida de lo posible, como decía Patricio Aylwin. Pero a pesar de toda la presión que hubo hacia los ministros, al menos resultó condenado, y eso la opinión pública ya lo sabe: Cheyre es culpable de crímenes de lesa humanidad».
Si bien este caso quedó ejecutoriado, para las agrupaciones de víctimas, los abusos cometidos por Cheyre en dictadura aún no han terminado, «puesto que le quedan otras instancias y condenas, como en el caso de torturas, también en el regimiento de La Serena, y esperemos que en esa instancia sí quede detenido, pero en la cárcel, ya que sabemos que Cheyre tiene las manos manchadas con sangre».