Pese a que las familias están orgullosas de lo que sus hijos han logrado, hacen un fuerte llamado a que la discriminación hacia los pequeños se detenga, ya que, aseguran, existen innumerables instancias donde el mismo Estado se encuentra al debe, teniendo una ley de autismo que «no sirve para nada».
Con distintas agrupaciones y familias de niños con condición TEA, este martes se llevó a cabo en la Plaza de Armas de La Serena la conmemoración del Día Mundial de la Concienciación del Autismo. Muchos pequeños aprovecharon de jugar mientras sus familiares entregaban conocimientos y conciencia respecto del autismo, el que, con ley y todo, dicen las madres, sigue siendo motivo de discriminación.
Zoe
María Guardia tiene un hijo de nombre Zoe. Ella es una de las pioneras en velar por los intereses de los niños TEA en la zona y toda su vida ha tenido que luchar contra la discriminación hacia su pequeño, ya adolescente, y todavía deba hacerlo, existiendo una ley de por medio, por lo que le genera rabia, pero es capaz de soportarlo, por el mismo Zoe, quien cuando llegó a este mundo simplemente le cambió la vida.
«Me dieron su diagnóstico a los cuatro años, me dijeron que era autista, y la neuróloga en esta época me dijo que nunca iba a tener colegio. Con eso a mí se me derrumbó el mundo», relata la madre, quien recuerda que en ese momento se sintió inhabilitada y discriminada. «Me dijeron que mi hijo no era capaz», agrega Guardia.
Negación
Se demoró cerca de un año en aceptar la realidad. No quería que su hijo tuviese autismo y entró como en una especie de negación.
«Nadie quiere tener un hijo con discapacidad, porque sabes lo que te viene. Encima esto es algo para siempre, si bien hay muchos niños que logran avanzar y entrar a tratamientos, ellos sí logran cosas, pero los que no tienen un poder adquisitivo se quedan estancados, entonces aquí no es igual para todos», sostiene Guardia, quien lamentablemente, con el paso de los años, ha visto que la discriminación no ha parado, ya que en estos momentos vive una compleja situación debido a que sus vecinos quieren echar a su hijo del condominio. «Nadie respetó la condición de mi hijo, y esto no sólo me pasa a mí, les pasa a muchas familias con niños TEA».
Rechazo en jardines
Soledad Bravo tiene 36 años y daría la vida por su pequeña Renata, de tres años. Su diagnóstico fue temprano, por lo que pensó que tendría más oportunidades, pero nada ha sido así y le ha costado demasiado la lucha por salir adelante. «Han habido jardines que me la han dejado fuera por el tema de su diagnóstico. Afortunadamente llegamos al departamento de Desarrollo inclusivo, que nos ha ayudado un montón, tanto a ella como a nosotros como padres».
Renata tuvo un diagnóstico temprano gracias a que sus padres siempre estaban observándola. En principio tuvieron la sospecha, por lo que fueron al neurólogo para finalmente obtener un diagnóstico. «Nos dimos cuenta de que era diferente, por eso la llevamos al doctor, donde le hicieron algunos test y ella no lograba llegar al puntaje. Así que la diagnosticaron con TEA nivel 2», relata soledad.