Si bien cinco sujetos fueron condenados por el secuestro con homicidio del joven de 26 años, asesinado en Paihuano en noviembre de 2022, y recibieron, como es en el caso del principal autor e ideólogo del crimen, Jesús Molina, una pena de presidio perpetuo calificado, y las otros, condenas que van desde los 18 a los 20 años. Para los cuatro que participaron, pero no de manera directa, sino que ocultando el hecho y limpiando la sangre de la víctima, no hubo tanta «mano dura» y hoy están en la calle. De hecho, la familia de Ponce ayer se topó con uno de ellos en el supermercado.

Pese a que en la familia de Alejandro Ponce, joven de 26 años asesinado el pasado 28 de noviembre del 2023 en la comuna de Paihuano, existe conformidad respecto a los acusados que fueron condenados por el delito de secuestro con homicidio en contra del Chiki, ya que deberán pagar con presidio perpetuo por el crimen, no tienen la misma sensación con lo que se dictaminó en el caso de los cuatro encubridores del delito.

«Lo positivo»

El día viernes, en el Tribunal de Oral de La Serena, se dio lectura a la sentencia tras un juicio de dos semanas, donde se decretó que Jesús Molina, alias el Chaka, principal autor e ideólogo del dantesco hecho, deberá cumplir una pena de presidio perpetuo calificado, es decir, si no ocurre nada extraño y no existe ningún recurso por parte de su abogado ante la Corte de Apelaciones, el homicida pasará toda su vida tras las rejas.

En el caso de los otros cuatro condenados como autores del crimen, sus penas son menores, pero bastante importantes. Tres de ellos deberán estar 20 años en encierro, y una de las jóvenes 18 años en un recinto penal.

Impotencia

Pero no ocurrió lo mismo con los cuatro encubridores, a quienes se les condenó a la pena de tres y cinco años, por lo que finalmente el tribunal tomó la decisión de darles el beneficio de la libertad vigilada intensiva, mientras cumplieran algunos requisitos legales y estando siempre sujetos a control de un centro de reinserción social, donde deberán estar bajo supervisión y además someterse a un programa de rehabilitación por el consumo problemático de drogas, en el que todos estaban imbuidos cuando ocurrió el asesinato.

Esta determinación generó impotencia en la familia de Alejandro, ya que no pueden entender cómo estos individuos quedaron en libertad, sobre todo porque la teoría de los más cercanos a la víctima, sigue siendo que lo ocurrido fue concertado y planeado por todos, por lo que no debería de haber existido una condena distinta a la que le dieron a Jesús Molina, esto es la cadena perpetua calificada.

«No sé qué decirte, la verdad es que estoy bastante consternada por lo que ocurrió con los encubridores. Ninguno de nosotros se lo esperaba, podíamos esperar que tuvieran condenas más bajas, pero que los dejaran en libertad de manera inmediata, y que ahora ya puedan estar haciendo lo que quieran mientras mi hermano está enterrado en un cementerio, me parece sumamente injusto, y tenemos mucho dolor por aquello», indicó Carla Hidalgo, hermana de Ponce.

¿Apelación?

La sentencia todavía no estaría en manos de los intervinientes, ya que tras analizarla en detalle, lo más probable, y esto es lo que quiere la familia de Ponce, es que se presente algún tipo de apelación al menos por lo determinado con los encubridores. Así lo manifestó Carla Hidalgo. «No queremos que esto quede así. Es mucho el tiempo que la familia ha sufrido para dejar el tema a medias, así que lo estamos viendo con la abogada, y si se puede realizar, nosotros haremos todo lo posible para que esta gente también esté tras las rejas, porque siempre supieron que mi hermano estaba muerto, yo no les creo que no hayan sabido nada», sostiene Carla.

Un desgraciado
encuentro

Cabe consignar que los condenados como encubridores en el caso no tienen ninguna prohibición de salir a ningún lado, tampoco quedaron con un brazalete ni Carabineros andará resguardando para que cumplan con lo que el tribunal dictaminó, que es la libertad vigilada, y quienes se encargan de supervisar esto son los centros de reinserción social, donde ellos deben acudir y someterse a diferentes programas, por lo que «de vigilancia» no habría mucho, sólo deben concurrir de manera periódica.

Para la familiar de Ponce, el tener que lidiar con esto «es demasiado», más aún cuando los condenados por encubrir la muerte de su pariente deambulan por ahí, algunas veces muy cerca de ellos, como ocurrió la mañana de ayer en Paihuano, cuando Carla Hidalgo, la hermana del Chiki, iba por un supermercado junto a otros familiares y se topó de frente con la realidad. En dirección contraria, también haciendo compras como si nada, venía Camilo Milla, encubridor, sin ningún tipo de resguardo.

«Fue súper fuerte, e imagínate lo que va a ser para mi mamá cuando los vea sueltos, se va a querer morir, porque el verlos implicaría revivir toda la tragedia de nuevo», dijo.

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