Bárbara Jiménez, funcionaria de planta de la municipalidad de Coquimbo, acusa presunta persecución política de la administración de Ali Manouchehri. Según su testimonio, en su rol de jefatura subrogante en uno de los departamentos, habría sido supuestamente acosada laboralmente de parte de un trabajador de confianza del alcalde. Duros dardos «solo por haber ganado el concurso público bajo el mandato de Marcelo Pereira», reclama.
La defensa de Bárbara es llevada a cabo por conocido abogado de la plaza local, Rodrigo Valdivia, y que hace referencia a un presunto acoso laboral contra su representada por parte de Cristóbal Reyes, director de la Dirección de Desarrollo Comunitario, más conocida como Dideco.
Y aunque en su testimonio comenta otros nombres de mujeres que según ella no la dejaron en paz mientras hacía su labor, la denuncia es contra uno de los hombres fuertes de la administración que acaba de ganar la reelección.
DENUNCIA
Los hechos datan del 2020, cuando Bárbara, de actuales 39 años, hace ingreso a la casa edilicia tras haber postulado en 2019 bajo las normas del concurso de empleos públicos. Eran tiempos de Marcelo Pereira, imputado por presuntos delitos, como malversación de caudales públicos y fraude al Fisco, un déficit de 32 mil millones, investigación que hasta la fecha no muestra avances en el Ministerio Público.
Bárbara dice que ella no es del «lote» de los funcionarios fantasmas, con los cuales se habría hecho toda una «caza de brujas». Grupo muy cuestionado por los que hoy gobiernan en el edificio consistorial de Videla.
Señala que quiere romper un ciclo y que queden en evidencias situaciones que le tocó vivir. Cuenta que ella se ganó su puesto con todas las de la ley, arribando al municipio luego de haber prestado servicio durante 7 años en Junji. Dice venir de otra área fuera de lo político, por eso apela a los múltiples daños que la habrían afectado más de la cuenta en el último tiempo.
«Por ese le duele la forma en cómo me fueron invisibilizando, no tomándome en cuenta, todo con trato dictatorial», dice Bárbara.
Sus primeros pasajes en el organismo público fueron en pandemia, por lo que el teletrabajo fue la tónica. Luego que pasaran las restricciones del coronavirus, volvió la presencialidad, y según puntualiza, arrancaría uno de los peores momentos en su vida.
«Luego, en pandemia, estando en casa, sin conocer a nadie, retomamos funciones, entré con Ali, entré prácticamente en este caso a Dideco bajo la orden de Cristóbal Reyes, ahí me desempañaba en un Departamento de infancia», dice.
En ese momento habría arrancado el hostigamiento que dice haber sentido la denunciante. En Recursos Humanos acusa que le hicieron «más que la cama», como se usa en la jerga deportiva a propósito del pasado deportivo del jefe comunal.
«Me empecé a sentir invalidada, sobre todo en la toma de decisiones, (…) el trato a las mujeres en este caso puntual es preocupante, pues se dice que es la política que se busca en Coquimbo, el lado feminista, y acá solo vemos maltrato, no solo conmigo, ya que hay varias mujeres que han sufrido hostigamiento bajo esta administración».
«Después en el departamento de infancia no hubo caso que haga mi pega de jefatura, empecé a mandar correos de que no me dejaban a hacer mi labor, hasta que terminé con una crisis de angustia».
En concreto, dice que el director de Dideco, Cristóbal Reyes, y una mujer también de confianza del alcalde con puesto en ese misma sesión, habrían cuestionado los permisos que solicitaba la funcionaria. Acusa que sus días libres eran sinónimo siempre de duda, acusa. «Hacían sentir que no debía tomarme mis días», reclama.
Le diagnosticaron en la ACHS una enfermedad profesional; trastorno mixto de ansiedad y depresión, por estar un año bajo esas condiciones de trabajo.
Tomando un tratamiento con psicotrópicos que la tenían mal como mujer, alega. «Mi familia, mis hijos, me vieron mal, yo no me apagué, me apagaron, estaba llena de vida, hacía deporte, pero esto me afectó mucho», denuncia.
La ACHS recomendó reubicarla en otro lugar del municipio, donde habría estado bajo perfil durante meses. «En eso empiezan a sacar jefaturas de recursos humanos, tenía que asumir una jefatura (s) ya que la funcionaria salía con prenatal».
En ese nuevo desafío, subraya que hubo una comunicación fluida con el alcalde y su equipo. No obstante el hecho de venir supuestamente del alero de un enemigo político del alcalde, le habría sepultado cualquier intento de escalar en la muni.
«Empezaron los problemas cuando me vieron muy empoderada en el cargo, tal vez aprendí muy rápido y no le gustó mucho al equipo, ellos llevan años trabajando juntos y yo era la nueva».
«En noviembre de 2023 mando un escrito a contraloría, porque cuando asumo el alcalde me pide ordenar un poco y yo tomé eso como una orden, y al ordenar empiezo a notar que no había confianza, en que no me llamaban donde debía estar»
La niña que yo estoy remplazando es de escalafón profesional, y yo escalafón jefatura, entonces al minuto que ella se reincorpore, yo pido que me saquen. Es mi deber ir a contraloría, no lo hago porque le tenga mala al alcalde, es mi derecho a consulta y me dio la razón».
Bárbara alude a los conocidos «castigos municipales», esos conocidos en otros ejemplos donde te mandan a lugares lejanos.
“Es indignante que el alcalde, teniendo en cuenta todos los antecedentes, me manda hacia Dideco de nuevo, voy bajo la jerarquía de Cristóbal Reyes, nuevamente él, es lo más grave a mi punto, que el alcalde no cree en un testimonio corroborado con documentos en las instancias correspondientes, entonces, aparte del menoscabado y el acoso laboral, está el ninguneo, porque trata de que estos son cagüines», sentencia.