Este sábado, en la Catedral de La Serena, se realizó la ordenación diaconal de los seminaristas Juan Rivera y William Tomasevic, convirtiéndose en diáconos en tránsito al sacerdocio.
Los seminaristas fueron acompañados por familiares y amigos, además de la presencia de diversos fieles quienes esperaron expectantes poder felicitar a estos futuros sacerdotes.
Juan Rivera tiene 44 años y comentó que desde que realizó su primera comunión sintió el llamado de la Iglesia, pero definitivamente, su motivación vocacional vino un poco más tarde cuando estudiaba en la universidad.
«En mi caso, estoy designado a la parroquia San Juan Evangelista de la Compañía Alta, ejerciendo mi diaconado ahí hasta que el obispo lo decida. También el año pasado tuve pastoral en la cárcel de Huachalalume, así que también está la posibilidad de retomar esa instancia», señaló el diácono Rivera.
En tanto, William Tomasevic, de 43 años, es profesor de Castellano y Filosofía, y durante su época universitaria realizó un preseminario, pero no siguió para terminar su carrera, pero continuó ligado a la Iglesia a través del preuniversitario «Padre Mariano». Posteriormente, hubo algunas instancias que reencantaron su vocación.
«Estoy muy contento por esto, lo esperaba. Tras el llamado, renuncié a todo y decidí optar por mi formación sacerdotal (…) ahora estoy en la Vicaría de la Educación, trabajando con los padres, y soy el vínculo entre la Universidad Católica y los seminaristas», explicó.
La eucaristía estuvo rodeada de emoción, en que ambos seminaristas agradecieron a sus familiares por el apoyo concedido a través de todos estos años en la profesión de su fe. Asimismo, el diácono Tomasevic desplegó un emotivo discurso dedicado a sus familiares que ya partieron.
Monseñor Manuel Donoso, Arzobispo de La Serena, agradeció y destacó la profesión y entrega de los nuevos diáconos, y llamó a la comunidad a acompañarlos y ayudarlos en su camino al sacerdocio. Además, Monseñor arengó a los fieles a bendecir, en el sentido que no es necesario recurrir a un sacerdote a solicitarle bendición, sino también hacerlo uno mismo, sobre todo a los más pequeños.