El monumento ubicado en el centro de La Alameda que conecta el sector céntrico de la ciudad con el Faro Monumental, fue derribado por protestantes durante una manifestación el domingo 20 de octubre de 2019. Desde entonces, se encuentra en los almacenes de la municipalidad.

Para unos, la estatua de Francisco de Aguirre es un símbolo de la ciudad. Para otros, sinónimo de la colonia. Hoy, el monumento que fue sacado del lugar durante el estallido social de octubre de 2019, se encuentra resguardado en un depósito temporal que garantiza las adecuadas condiciones climáticas y de seguridad para su conservación.

«Por lo general, los monumentos reflejan épocas, recuerdan sucesos y son hitos que la sociedad misma ha elegido para que estén allí visibles en los espacios públicos», cuenta el director del Museo Histórico Gabriel González Videla, Rodrigo Iribarren.

En ese sentido, para el historiador el rechazo de estas figuras es un intento de «resignificar, sobreponer imágenes por sobre otras, pensando en el presente sin pensar en lo que significó aquella imagen en el pasado para el momento en que esa escultura se instaló, es un tanto antojadizo».

Esta situación le recuerda al caso del General Baquedano en Santiago, «que pasó de ser un héroe de la guerra a un símbolo de la violencia contra quienes iban a protestar y toda esta resignificación la tiene un personaje que, antes de eso, no suscitaba mayores problemas».
Porque allí se festejaban triunfos deportivos y políticos, lo que no guarda relación alguna con la presencia de Baquedano. Es decir, estas resignificaciones son una manera exagerada o distorsionada de ver a estos personajes. Esto hace que los monumentos públicos pierdan en valor o el simbolismo, y el significado que de alguna manera tuvieron en la época en que se instalaron», señaló.

Si bien le parece que la figura de Francisco de Aguirre corre con una suerte similar, pues representa la imagen de un colonizador que conquistó el territorio chileno, no descarta que pueda convivir con otra representación que homenajee el legado de los pueblos originarios.
En enero de este año el concejo comunal aprobó por unanimidad la restauración de la Avenida Francisco de Aguirre. Sin embargo, el proyecto no considera la restauración de la estatua del conquistador.

Al respecto, el concejal radical, Cristian Marín, lamenta la vandalización que sufrieron todas las estatuas de la alameda «y las consecuencias las hemos visto hasta la fecha, con espacios llenos de rayados, estatuas dañadas o rotas. Y con el tiempo se ha ido deteriorando más».

Agrega que la estatua «nos guste o no, es parte de nuestra historia. Entonces creo que esto debiese ser devuelto a su lugar de origen, obviamente, refaccionada pues hoy está muy deteriorada por el vandalismo, en un almacén municipal».

La concejala Luisa Jinete, de la UDI, compara lo sucedido con otros monumentos en el mundo y si bien las estatuas suelen estar expuestas a la violencia callejera, «en otros lugares del mundo es penalizado, como lo que pasó, por ejemplo, en Machu Picchu, o lo que ha pasado en otros lugares de Europa, que sí tienen una condena».

Democratizar la discusión

Mientras que, para la concejala Rayén Pojomovsky (ind-PC), la decisión de reponer o no la estatua en su lugar debe pasar por una consulta ciudadana, porque si en algún momento de la historia un sector no menor de la población decidió sacarla, también debería respetarse esa postura.

«Es un tema bastante sensible porque, si bien, es una estatua histórica para la comuna, creo que considerar reponerla ahí mismo, tendría que ser por medio de una consulta ciudadana, tomando en consideración que fue sacada de ese lugar en un momento político-social bastante álgido y fue la misma ciudadanía que la sacó de ahí», puntualizó.

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