
Para Jokan Garrido, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios Anfud, Provincial Elqui, una triste y normal existencia: «Nos dicen que nos van a matar, que nos agarrarán a balazos…».
Lamentablemente, una difícil realidad. Y peor aún, que se normalice. Para gendarmería, un panorama complejo debido al diario vivir con reos en las cárceles del país, especialmente por las amenazas que, en otras regiones por culpa de los altos niveles de agresividad, ya se han concretado.
Esto, en el contexto del ataque armado ocurrido hace unos días en la cuidad de Cauquenes (región del Maule), cuando desconocidos dispararon diez veces contra la casa de un oficial, dejando además una corona de flores y una carta intimidatoria.
Atentos en La Serena, Jokan Garrido, presidente de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios Anfud, Provincial Elqui, rechaza «rotundamente» este tipo de acciones y reconoce que en esta región también «hemos tenido una gran cantidad de amenazas, las que no han llegado al extremo de lo que sucedió en otras ciudades, con balazos a sus domicilios…».
Cuenta que desafortunadamente el personal está acostumbrado a recibir intimidaciones, aunque la preocupación «más grande es que se puedan concretar en el momento en que uno ande con su familia en la calle. Aquí en el complejo las amenazas se realizan diariamente de parte de los internos, las cuales son derivadas al Ministerio Público. Nos dicen que en la calle nos van a matar, que no agarrarán a balazos, que les quedan pocos días para irse en libertad…aunque afortunadamente no se han llevado a cabo».
Niveles de agresividad
Si bien la Asociación Nacional de Oficiales Penitenciarios (ANOP) hizo un llamado a reforzar las medidas de protección para los funcionarios penitenciarios, destacando la creciente vulnerabilidad frente a este tipo de agresiones, para Garrido queda «esa incertidumbre de que sí se pueda concretar», considerando «el crimen organizado que se está viviendo, con una gran cantidad de internos de otras nacionalidades que son más decididos al momento de realizar algún tipo de advertencia, y que se da particularmente cuando son sorprendidos con algún elemento prohibido por la administración penitenciaria».
Un panorama «lamentablemente», reitera Garrido, y lo es más «porque uno se acostumbra y como se dice coloquialmente, tenemos un poquito de cuero de chancho para enfrentar estas situaciones. Pero como se está viviendo a nivel nacional, es cuando viene la preocupación de los funcionarios».
Reconoce que los colegas que llevan algunos años «lo ven como algo normal, aunque entendiendo los niveles de agresividad y delictual que se está viviendo actualmente en la mayoría de las cárceles del país, queda esa sensación de que sí pueda ocurrir».