Hasta hace pocos años, fechas como las actuales, en estos días de fiesta de septiembre –así como las vacaciones de verano e invierno y la Semana Santa–, concentraban los odiados embotellamientos de tránsito en la conurbación La Serena-Coquimbo. Hoy son pan de cada día, con todas sus secuelas de pérdidas de tiempo, retrasos y mal humor.
Pese a lo que suelen plantear muchos automovilistas, quienes culpan al transporte público por los “tacos”, la explicación de este creciente fenómeno se inclina, por un lado, hacia el explosivo incremento del parque automotriz, y por otro, a la insuficiente planificación urbana para dar cauce a tal cantidad de vehículos a través de ejes viales pensados y ejecutados con anticipación.
Aparte de la simple capacidad de observación, un buen índice para cuantificar estos fenómenos lo dan los propios conductores, a través de los trámites asociados a las licencias de conducir. Comparando las cifras correspondientes a licencias otorgadas por primera vez, el año 2013 en La Serena se concedieron 2.308, mientras que el primer semestre de 2014, se aprecia una leve tendencia al alza, con 1.233. Sin embargo, los controles de licencias, efectuados por personas que ya cuentan con el documento y necesitan renovarlo, sumaron 7.887, mientras que sólo entre enero y junio del presente año ascienden a 5.940.
El director del Departamento de Tránsito, César Valenzuela, destaca que, en ambos aspectos, tanto las licencias tramitadas por primera vez (esto es, a nuevos conductores) como a las renovaciones, “en la mitad del tiempo llevamos, en cada caso, más del 50% de lo atendido el año pasado. Es importante destacar que estas son licencias aprobadas y entregadas, sin contar los rechazados, cuyo índice también se ha incrementado”.
Agrega que “en el caso de los controles, han subido un gran porcentaje, lo que se explica porque muchas personas que tenían licencias en otras comunas han controlado este año acá, lo que va de la mano con que cada año llegan a vivir a nuestra ciudad más personas, y existen más conductores y más vehículos”. Esto es, el efecto de la inmigración masiva que ha hecho crecer notablemente la población y el número de viviendas en la zona, lo cual tiene como correlato el crecimiento del parque vehicular y el aumento de conductores.
Medidas de corto y largo aliento
Siendo claro el diagnóstico, la pregunta es qué se está haciendo a nivel público para atender el problema. Según el personero municipal, “para mitigar un poco esta situación, se está trabajando en proyectos a través de la Secretaría de Planificación de Transporte (Sectra) y la Secretaría Regional Ministerial de Transportes y Telecomunicaciones (Seremitt), para mejorar el uso de trasporte público, dado que es el uso masivo de vehículos particulares de manera deficiente (un vehículo por una persona transportada) lo que provoca en gran parte la congestión vial”.
Los análisis buscan los puntos críticos de circulación vehicular en la conurbación, de modo de generar un plan maestro que desemboque en proyectos concretos, postulables a fondos regionales y ministeriales. “Todas estas soluciones son de mediano plazo, ya que implican importantes inversiones para mejorar la vialidad, su entorno y los vehículos de transporte colectivo, y además, para generar cambios de cultura respecto de la entrega y uso de estos servicios”, destaca.
Dentro de los proyectos ya existentes de mejoramiento vial se cuentan algunos en proceso de ejecución y otros para postulación de fondos, como el mejoramiento del par vial Cisternas-González Videla y de calle Ulriksen; estudios para completar la Avenida Cuatro Esquinas; el futuro mejoramiento del cruce Avenida de Aguirre con Ruta 5.
En paralelo, para intentar respuestas de corto plazo, la Dirección de Tránsito, la Seremitt y la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT) han conformado una mesa de trabajo quincenal, para analizar problemas de uso de las vías y generar, si es posible, soluciones inmediatas, como la mejora de cruces semaforizados, prohibición de estacionamientos en lugares con mucha demanda vial, posibles nuevos recorridos de transporte público, coordinación con Carabineros para el mejoramiento de puntos conflictivos, etc.
Sin embargo, puntualiza Sanhueza, ninguno de estos esfuerzos “será suficiente si no se cambia la cultura respecto del uso de los vehículos y del correcto uso de la vialidad y de sus medidas de mitigación, lo que requiere, además, de un apoyo asociativo respecto de privados, servicios públicos, locomoción colectiva, constructoras, etc., para pensar en ciudad y no solamente en beneficios particulares”.