Ni los reportajes en la televisión chilena ni otros que periódicamente aparecen en la prensa escrita ahuyenta a la banda conocida como los plumilleros, sujetos que se desplazan en las playas de estacionamiento de supermercados ofreciendo «material de primera calidad importado», refiriéndose a la plumilla del limpia parabrisas de los autos.
Las ofrecen a mil o dos mil, pero cuando hay que cancelarles habiendo ya hecho la reposición de las plumillas del vehículo y destruido las que traía instaladas, salen con que el valor es de cuatro mil o más. Ahí se arma una discusión en la que los sujetos – que es una banda de varios- arman una asamblea de gritones prepotentes que amenazan a los conductores, muchos de los cuales acceden a pagar por temor. Luego en el supermercado confirman que las plumillas están a mitad de precio y con boleta. Ayer, incluso, un turista fue amenazado de golpes, lo que no se consumó porque justo apareció un vehículo policial en el estacionamiento del Jumbo donde se desplaza este moreno, alto, corpulento, de hablar fuerte y golpeado.