Todo parte el 2009, cuando dos empresarios norteamericanos, Travis Kalanick y Garrett Camp, en la ciudad de San Francisco desarrollaron una aplicación para teléfonos inteligentes que podía llamar a un taxi privado con sólo apretar un botón. Un año después nació Uber.
El comienzo fue ascendente, incluía autos de lujo y choferes con guantes blancos. Los jóvenes adictos a la tecnología de esa ciudad simplemente cayeron rendidos. La fórmula del éxito fue que en el proceso todos los participantes ganaban, por un lado los usuarios encontraron un servicio a un precio módico, los conductores hallaron una fuente extra de ingresos y Uber construía un negocio que les representa 20% de cada viaje.
En poco tiempo, la empresa saltó de San Francisco al resto de Estados Unidos, y de ahí al mundo entero. Hoy tiene presencia en más de 270 ciudades.
Este rápido crecimiento ha generado una dura oposición de taxistas y del gremio en general, por ser considerados ilegales.
En Chile la situación no es muy distinta, está presente en 19 ciudades y en 14 regiones, tiene 70 mil socios conductores activos y 2.3 millones de usuarios. Ha habido casos en que los fiscalizadores del Ministerio de Transporte han quitado los vehículos de circulación en donde los socios conductores, como se les conoce a los choferes de Uber, deben pagar gran cantidad de dinero para poder recuperar los vehículos, montos que según señalaron son reembolsados.
Uber tiene presencia en La Serena, Coquimbo y Ovalle, las tres ciudades más pobladas de la Región de Coquimbo, situación que tampoco ha estado exenta de polémicas en donde distintos rubros del transporte han protestado para exigir que se regule o se elimine.
Ley Uber: «No es ilegal, solo no está regulado»
En conversación con Nicolás Sánchez, abogado y gerente de asuntos de Gobierno y Políticas Públicas de Uber, «Santiago está dentro de las 10 ciudades a nivel mundial en uso de Uber y Chile está en el número 2 en cantidad de viajes en comparación con habitantes y eso no es una cifra que sea al alzar, esto se debe a que en muchas ciudades los accesos no son buenos y el transporte público no ha ido con el desarrollo de las ciudades, hay muchos puntos que estaban aislados y Uber viene a suplir esta falta de movilidad» explicó.
Respecto a la regulación, Sánchez señaló que «es distinto regular algo dependiendo de las características que tiene, por ejemplo solo 9% de los conductores, de los 70 mil que hay, trabajan a tiempo completo. La gran mayoría de los conductores lo hace de manera esporádica, utilizando ventas de tiempo».
Según explica el gerente en este segmento hay muchos estudiantes, dueñas de casa y personas con otro trabajo, «que buscan generar un segundo ingreso».
«Cuando uno dice voy a regular esto, el error que podría cometer es fijarse solo en ese 9% pero no me estoy fijando en la inmensa mayoría» agregó.
«Uber se basa en economía colaborativa, cuando se analiza el modelo de negocio, la aplicación es un intermediario entre los que buscan transporte y los que ofrecen, entonces requiere un equilibrio entre oferta y demanda. Si tenemos muchos usuarios y pocos conductores, se desequilibra el modelo, el servicio sería caro y tendría que esperar mucho por un vehículo, explicó Sánchez.
Uno de los temas que preocupa a Uber es la regulación que se encuentra en el Congreso, una legislación negativa para la aplicación, podría significar el fin de sus operaciones, «la regulación cuando va a regir modelos de negocio, tiene que asegurar competencia, calidad, accesibilidad y externalidad positiva» señaló el jurista.
Respecto a la competencia, para el gerente, Uber y los taxitas no son dos personas en guerra que se van a atacar, ambos servicios se complementan.
De ser una realidad, la ley, según estimaciones desde la aplicación, estaría lista en un plazo no menor a 2 años. Por mientras los conductores seguirán funcionando al filo de la ley.