Héroes sin capa: Dos carabineros asistieron parto de urgencia en Ovalle

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12bEn el caso del Sargento Primero José Muñoz, el de ayer en la madrugada fue el cuarto parto que asiste. El primer lo hizo a los 22 años. «Esto no tiene precio. En lo personal es un orgullo, es algo que no se puede pagar», apunta.
Hace más de veinte años que es policía. Pero reconoce el Sargento Primero José Muñoz, que en todos sus años como funcionario de Carabineros, en distintos lugares del país, muy pocas veces ha sentido tanta satisfacción a la hora de realizar un procedimiento.
Y el de la madrugada de este martes fue uno de ellos, luego que se transformara en héroe para una modesta familia de la comuna de Ovalle, después de asistir a la madre, Solange Ramos, en el parto de su pequeña hija Krishna.
«Eran cerca de las dos de la madrugada y como no tenían ni celular para llamar, el marido, como estaba muy nervioso, salió a buscar ayuda a la calle, encontrándose, por fortuna, con el carro del cuadrante que estaba a cargo del Cabo 1º José Díaz y Cabo 2º Yohan Iglesias. Así que ambos funcionarios subieron al caballero al auto y se fueron al domicilio, donde solicitaron la ambulancia, ya que la guagua había salido del útero, pero no podían cortar el cordón umbilical, porque no había tenido nunca una experiencia así. Entonces me constituí en el lugar, como estaba de turno, y encontré a la madre sentada en el baño, con su bebé colgando y sin poder amamantarla porque no llegaba con el cordón umbilical, puesto que si tiraba mucho se podía arrancar el útero», contó el Sargento Opazo.
Claro, fue un momento complejo para todos quienes se encontraban en el domicilio, pero principalmente para la madre, la bebé y el Sargento, quien debido a su experiencia en estos casos, «cuatro partos en las mismas situaciones», debía actuar cuanto antes.

POLICÍA CON
EXPERIENCIA

Explica el sargento que como contaba con la experiencia necesaria, «conduje a los funcionarios y le dije a la madre que debíamos terminar con el alumbramiento, que era cortando el cordón umbilical, pues ahí recién se da por nacida la bebé. Y había que hacerlo rápido, dado que podía fallecer en ese intertanto, ya sea por frío o por otros factores».

Luego, cuenta el sargento, que «pusimos a la madre sobre una silla y la tranquilicé, diciéndole que todo iba a salir bien. En ese momento tomé a la bebé en brazos junto con el Cabo 1° Jorge Carvajal Cododeo y el Cabo 2° Yojan Iglesias, limpiamos los instrumentos que debíamos ocupar y procedí a cortar el cordón umbilical, generando el alumbramiento a eso de las 2:17 de la mañana, quedando grabado en la central de comunicaciones».

LA GUAGUA
TENÍA PLACENTA
EN LA BOCA…

Una vez que se hizo el alumbramiento, abrazos y llantos, el de la madre, pero de felicidad, de ver que todo había salido bien. Sin embargo, había algo más por hacer. Es que el sargento se percató de que la pequeña aún tenía restos de placenta en su boca y nariz, lo que pudo haber provocado una asfixia, «así que procedí a limpiarla. Luego la mudé y se la puse en el pecho a la madre para que la alimentara, para que recuperara su temperatura. Y con los segundos la menor volvió a retomar el color, porque cuando llegó el paramédico estaba rosadita y me felicitó por el procedimiento junto al resto de mis compañeros. Ahí nos abrazamos y nos tomamos un par de fotos», sostiene.
La menor, tras alimentarse, volvió a llorar, y la gente respiró aún más. Ya estaba bien. Misión cumplida. «Ellos nos agradecieron y eso me reconfortó. Nuestro trabajo es muy criticado, pero la gente a veces no sabe que vivimos este tipo de cosas, que siempre intentamos ayudar», reflexionó.
Tras visitar a la madre y a la menor en el hospital ovallino, el sargento señaló que «hubiesen pasado muchas cosas si el padre no encontraba el carro policial en la calle. Pudo haber fallecido la menor de hipotermia, como también pudo haberle entrado una infección a la mamá por la manera en cómo la encontramos. Pudieron haber pasado esas cosas y otras más, pero gracias a Dios todo salió bien. Y si bien es cierto que fue mi cuarto parto, la verdad es que no existe diferencia alguna con el primero, que fue cuando tenía 22 años y el de ahora, con 44 años. Para uno como carabinero es el acto más sublime que se puede hacer. Esto no tiene precio. En lo personal es un orgullo, es algo que no se puede pagar. Sentir el calor de una familia, el amor de una madre es precioso. Pero también había nervios, porque si algo le hubiese llegado a pasar a la bebé, mientras estaba en nuestras manos, nosotros nos vamos presos. Así de fuerte. Pero gracias a Dios todo salió bien».

¿Y cómo fueron
sus otros partos, sargento?

«El primer parto lo hice en una casa, en una población marginal en Machalí, el año 1998. Tenía 22 años. Era carabinero recién egresado. También fue una niña, así que estoy medio cargado a las mujercitas. Aquella vez, como la bebé estaba torcida, tuve que cortarle un poco la vagina a la madre, aproximadamente un centímetro y medio para que pudiera salir la cabeza de la bebé. Y claro que fue más complicado, ya que después tuve que coser y mi compañero, que estaba ayudándome, terminó desmayado. Éramos los dos nuevos, pero parece que yo tuve más aguante. La madre era una primeriza, entonces tuve que coser para que no se desangrara. Las otras dos veces fueron arriba de un carro. Pero como los funcionarios que iban conmigo eran más antiguos, no salí figurando (ríe). Esta vez fue diferente, parece».

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