Revisa otra vez el momento en su cabeza y no deja de sorprenderse. La secuencia ya le quedó grabada. Y duda que se le borre…
21:15 horas de este miércoles y Kimbelen Figueroa se encontró con un cuerpo tendido y ensangrentado. Con las horas, supo que ese joven al que intentó ayudar junto a otra persona, había fallecido en el hospital de La Serena, después de ser atacado con un cuchillo por un sujeto que momentos antes robó desde la tienda Reebok, en el Mall Plaza La Serena, 280 mil pesos en diversas especies, como ropa y zapatillas.
El pulso se le iba…
15 minutos antes un tipo ingresa a la tienda, revisa los productos, hace el intento de pagar y huye. El Erik, de 28 años, oriundo de Aysén y pololo desde hace tres meses de Paulina Ríos, lo persigue.
A esa misma hora, Kimbelen venía de su trabajo en un colectivo, ingresando por calle Huanhuali, esquina Ruta 5 Norte. Cuando el auto se detiene, por la ventana ve a alguien tirado en el suelo, personas que a lo lejos corren y que se suben a un auto azul. «Eso fue lo primero que divisé», relata Kimbelen, aún nerviosa por lo vivido esa noche.
Entonces se baja el chofer del colectivo y detrás lo sigue ella. Dudó en un momento, porque estaba oscuro, «y me dio un poco de pánico, te soy sincera, pero me bajé igual», cuenta.
En ese momento el caballero le pide que por favor llame a emergencia, también a Carabineros, «y veo a un joven completamente ensangrentado. Enseguida comenzamos a tocarle el pulso y nos dimos cuenta que se le estaba yendo, así que nos comunicamos con emergencia y a través del teléfono nos iban entregando las instrucciones para hacerle el procedimiento de reanimación, mientras llegaba la ambulancia. Así que realizamos los primeros auxilios, y de alguna manera logramos estabilizarlo, aunque en todo momento estuvo inconsciente».
El caos en aquella intersección ya había comenzado. Más gente se sumaba. Y llamaban a Carabineros, también a la ambulancia. Mientras Kimbelen, toda ensangrentada, seguía con su labor.
«Hicimos turnos, puesto que yo iba direccionando a las personas que le estaban haciendo el cardio, porque estaba siguiendo las instrucciones de lo que me estaban señalando a través del celular. Éramos dos quienes en ese momento atendíamos al joven, ya que había otra persona que limpiaba autos, pero iba y venía, y la verdad es que no facilitó mucha ayuda».
Debido a la conmoción, dado que muchas personas en el lugar se encontraban en estado de shock, un carabinero, que si bien no estaba en horario de turno, se bajó del vehículo para saber qué estaba ocurriendo.
«Y él de manera más profesional comenzó a dar los cardios. Ahí le vimos la herida en la garganta, y de verdad que se veía grande. Pero no queríamos moverlo, ni tocarlo mucho. No sé cuánto tiempo pasó, hasta que llegó la ambulancia, le cortó la ropa al joven y pudimos dimensionar la gravedad de la herida. Después fue subido al vehículo y se fueron. A eso de las 22 horas, a través de los medios de comunicación, me entero que había fallecido en el hospital de La Serena», narra Figueroa.
Hicimos lo que pudimos
No recuerda en detalle lo que realmente sucedió. Tampoco el porqué de la pelea. Sí tiene muy claro que llegó al lugar algunos segundos después del incidente.
«Llegué como 5 segundos después de la pelea, cuando el joven estaba tirado en el suelo y la gente, asustada, corriendo para todos lados. Y en ese momento veo a este sujeto que se sube a un auto azul junto a otra persona. No sé si este auto los estaba esperando, pero imagino que sí. El tamaño no lo recuerdo, porque igual estaba muy nerviosa, ya que había mucha sangre en el joven y también a su alrededor…».
Por haber trabajado en el Sename y en más de alguna oportunidad en una cárcel, debido a su profesión de psicopedagoga, es que el curso de primeros auxilios lo sabía. Sin embargo, «nunca lo había efectuado de manera tan práctica y en un caso como el de este joven, porque en un momento todas las personas presentes en el sitio estábamos choqueadas. Pero traté de hacer lo mejor, hicimos lo que estuvo a nuestro alcance».
Era alegre, responsable…
El ambiente no era el mejor ayer en el Mall. Había preocupación y mucha pena. La tienda en la que se desempeñaba el joven no abrió sus puertas. De ellas salían y entraban trabajadores, sus compañeros y la PDI. En otras tiendas al interior se instalaron globos negros en señal de luto, rechazo y rabia a lo ocurrido.
«Lo conocía de lejos, jamás compartí con él y lo único que alcanzamos a ver fue a un sujeto corriendo con bolsas en sus manos y al Erik que salió detrás. Después se nos llenó el local, nos pusimos a atender y cuando bajó el volumen de gente, recién nos dimos cuenta que el Erik no había regresado. Pero no nos llamó la atención…», cuenta un trabajador de una tienda vecina.