El lunes, en una de las tantas manifestaciones en Coquimbo, su hijo de 22 años se bajó del colectivo cuando sintió los impactos y se desvaneció. «Lleva cuatro días hospitalizado en el hospital y debe ser derivado pronto a La Serena», cuenta Luis.
Joven es egresado del Instituto Juan Bohon y hacía la práctica profesional en Callegari, en La Serena.
Ese día volvía de su jornada de trabajo cuando al bajarse del auto sintió disparos.
No tiene registro como herido en la vía pública ni nadie le ha ido a visitar al hospital, que no sean sus padres y del municipio, que ofrecieron apurar tratamiento médico.
Luis Bustos atiende su carrito simulando alegría. No quiere transmitir su pena a la gente que pasa frente a las churrascas.
El hombre disimula el drama que lleva por dentro, sin duda.
Vende churrascas en una de las esquinas más concurridas de Coquimbo, Portales con Aldunate. Son recién las 11 de la mañana y la verdad es que no mucho ha vendido. Pero eso poco le importa. Su pensamiento está con su hijo, a unas cuadras de distancia, en el hospital San Pablo.
Este lunes, cerca de las siete de la tarde, cuenta a diario LA REGIÓN, su hijo mayor, de 22 años, Luis Ángel Bustos Contreras, recibió un perdigón en uno de sus ojos, y desde entonces se encuentra hospitalizado en el Hospital de Coquimbo, sin tener todavía un diagnóstico claro.
Y esa es la queja de este padre abrumado, puesto que este recinto asistencial no cuenta con oftalmología, y debido a las «manifestaciones y paros» no ha podido ser trasladado hasta el Hospital de La Serena, que sí tendría la especialidad.
«Quiero justicia, justicia, justicia», repetía este jueves Luis, cuando es consultado por el estado de su hijo.
Con esfuerzo y sacrificio dice que su hijo ingresó a estudiar manejo de maquinaria pesada en el instituto Juan Bohon, de La Serena, y hace un tiempo comenzó su práctica profesional en la empresa Callegari (Camiones de Ts Blancas).
Y justamente ese lunes venía en un colectivo desde La Serena a la casa, incluso con sus manos engrasadas, cuando comenzó la pesadilla. Otro perdigón le llegó a su mano. Le fue extraído. Quedó con cuatro puntos.
«A un costado de hospital de Coquimbo tuvo que bajarse, junto a otros pasajeros, porque una turba de manifestantes estaban protestando y lanzando piedras a carabineros.
Eran horas de agitación ciudadana en las cercanías del Hospital. Una gran cantidad de gente se había concentrado en Plaza Las Américas, pero, como fue frecuente, grupos de jóvenes se dedicaron a hacer barricadas y a atacar a la policía.
Por ello, se bajaron todos los pasajeros del taxi coletivo en ese trayecto. Cuando Luis iniciaba su caminar a su casa en calle Dr. Marín, en el Llano de Coquimbo, es que le llegó un perdigón por el costado del ojo y otro en una mano.
«Mi hijo caminó unos metros y se desvaneció», recuerda Luis, su padre, aún angustiado, «triste y sentido por la situación».
Esperan llevarlo a La Serena
Una señora y un caballero que estaban cerca ese día, continua, se dieron cuenta de lo que había ocurrido y lo auxiliaron cuando estaba tendido en el suelo.
Lo llevaron a urgencia del hospital, en donde «lo tuvieron toda la noche con suero y pudieron retirarle el perdigón que tenía en su mano, no así el del ojo, ya que estaría pegado a su cráneo, como nos dijeron los médicos».
Sin embargo, el problema es que todavía no lo ha visto un especialista, ya que en Coquimbo no existe oftalmología, lamenta entre sollozos el padre. «El ve, pero no claramente, y entiendo que tiene que hacerse aseo constante en el ojito, porque tiene problemas por el perdigón, que seguramente le está provocando una infección, pero no sabemos dónde, puede ser en el ojo o tal vez en el cerebro».
Su hijo sigue hospitalizado en neurocirugía y con el perdigón en la cuenca del ojo, «sin saber cuándo será derivado a La Serena», se queja.
Por lo pronto, afirma el vendedor de churrascas, «hemos averiguado porque algo tenemos que hacer para que lo traten pronto. Pero en la clínica que hemos consultado sólo hablan de millones. Y nosotros somos una familia de bajos recursos, puesto que trabajo con mi carrito vendiendo churrascas para poder sustentarnos y debo hacerlo, aunque también debería estar acompañando a mi hijo en el hospital, pero no he podido».
Precisa que hoy lo que requiere su hijo es una atención rápida, «porque ese perdigón, si no es extraído, se le puede correr a otro lugar y puede ocasionar un daño aún mayor, y ese es el temor que tenemos. Nos han dicho que lo van a derivar a La Serena, pero todavía seguimos esperando. Lleva cuatro días hospitalizado y como hoy (ayer) y mañana (hoy) es feriado tiene que esperar hasta el día lunes para ver si pueden trasladarlo hasta La Serena, que es lo que tiene que pasar».
Pese al dolor y la impotencia que sienten como familia, Luis sostiene que «haremos todos los esfuerzos para que esto se aclare y querellarnos contra quien resulte responsable. Hoy está en manos de un abogado, también hablamos con Derechos Humanos y el municipio igual se ha portado muy bien, porque nos está llamando a cada rato para ver qué es lo que necesitamos y que harían el papeleo para que lo viera pronto un oftalmólogo y así apurar la atención».
Dispararon hombres vestidos de negro
Testigos de lo ocurrido no hay. Sólo que estaban apedreando el colectivo y por eso es que la gente se bajó, y el joven recibió los perdigones. «Mi hijo no vio y no sabe quién fue, solamente recuerda a unas personas que estaban vestidas de negro, ya que con el impacto se desvaneció. Dicen que fue Carabineros y otros que pudo ser la PDI, por lo tanto queremos que las autoridades puedan aclarar esta situación, porque alguien fue el que disparó y no fueron los manifestantes».
Lamenta que ese día nadie les haya preguntado algo. Raro, cuando su hijo ingresó herido con un balín en su ojo y su mano.