Desde el Ministerio de las Culturas afirman que todavía está vigente la oferta que le hicieron al arzobispado de La Serena, quienes son los dueños del Teatro Centenario, pero buscan llegar a un punto intermedio, porque el valor de $4.500 de pesos derechamente escapa de las posibilidades de la cartera. Desde el arzobispado señalan que puede ser utilizado en actividades culturales, siempre y cuando corran con los gastos.
Un vistoso letrero de «se arrienda» llama la atención al pasar por donde estaba el Café Centenario, a un costado del teatro, frente a la plaza de armas de La Serena. Según información recabada por LA REGIÓN, el arriendo, por ahora, solo contempla el espacio en donde estaba el restaurante, por un valor mensual de 100 UF, cerca de 3 millones de pesos, pero del teatro no se sabe mucho respecto a su futuro.
En este sentido, Francisco Varas, seremi de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, relata que «trabajamos desde el 2018 con el arzobispado, iniciamos las primeras conversaciones para podernos hacer cargo de esta propiedad por alrededor de 30 años, poderla administrar y generar los proyectos de inversión que teníamos visto en la cartera para poder habilitar, condicionar y devolverlo a la ciudadanía en la forma de ver un teatro funcionando o un espacio cultural».
«Nos hizo una contra oferta donde nos reducía el tiempo en que podíamos administrar esta propiedad, que era a ocho años, en que se incluía el canon de un arriendo, que eran cerca de 6 millones de pesos, y también que nos hiciéramos cargo del pago de las contribuciones, que eran anuales», agrega.
Sostiene que «ante esa oferta nos podíamos hacernos cargo, porque era imposible que pudiésemos administrar por tan poco tiempo y hacer una inversión tan alta, porque eran más de mil millones de pesos en restaurar el inmueble».
«Le ofrecimos al arzobispado la opción de compra y nos tasó el lugar en un poco más de 4.500 millones de pesos, en donde estaba iniciando la pandemia y terminando el estallido social, por lo que era bastante complejo de poderlo pagar, y volvimos a insistir en que nos haríamos cargo de administrar la propiedad, y en eso un privado hizo una oferta y son ellos quienes se harían cargo de este espacio por 20 años, y probablemente por el mismo precio que nos hacían a nosotros».
El seremi enfatiza en que mantuvieron la propuesta, y de hecho la tienen hasta el día de hoy, de poder administrar o comprar el lugar, «pero por un valor más acorde al precio de mercado, en donde hay que hacer varias tasaciones».
«Para nosotros es muy importante poder recuperar este espacio, devolvérselo a la ciudadanía, cuando se creó en 1945 fue para la cultura, nació como un teatro y toda la vida funcionó así», señala.
Puntualiza en que «la voluntad del ministerio busca proteger el lugar, y que mejor que nosotros podemos quedarnos con él, y vamos a ver qué acciones podemos tomar para adquirirlo, pero es algo que tienen que evaluarlo nuestro subsecretario y la ministra, quienes están muy pendientes de lo que está ocurriendo, ya que venimos trabajando en esto desde el 2018».
El Arzobispado no se cierra a la cultura, siempre que corran con los gastos.
Mediante una declaración, desde el arzobispado de La Serena, señalan que después de realizar dos licitaciones públicas el 2019, se firmó contrato de arriendo con una empresa de la zona, «Inversiones Alta Cruz Ltda.», por 20 años, válido desde el 2 de marzo de 2020, fecha en que fue entregado el inmueble al arrendatario, quien desde entonces está a cargo de las reparaciones, trabajos y uso del inmueble.
En el contrato de arriendo se establece que puede ser para oficinas en general, reparticiones del Estado, locales comerciales u otros similares. Y que la recuperación del inmueble y conservación es competencia del arrendatario por los próximos 20 años.
«Sin duda, era un espacio que contribuía al desarrollo cultural, pero para la administración era tremendamente difícil sostener los gastos que implica un edificio de esta naturaleza, sobre todo en mantención y reparación, como también en los gastos habituales (contribuciones, servicios básicos, entre otros)», añaden.
Si hay instituciones que se interesen y estén dispuestas a financiar los requerimientos, pago de contribuciones, mantención del edificio, servicios básicos, «se puede pensar en darle esa finalidad».
Marcelo Saavedra, presidente de Sidarte filial Coquimbo, comenta que «la esperanza tiene que ver con la toma de conciencia del arzobispado, que tiene que ver con el patrimonio, la identidad y la historia… Me pregunto, qué valor tiene o cuánto cuesta la memoria y amor que siente la ciudadanía por su patrimonio cultural».