La mujer y su familia se encuentran aún desconsolados con la resolución entregada este martes por los tribunales, quienes en resolución unánime dictaron veredicto condenatorio por porte ilegal de arma de fuego y no por femicidio en contra de I.C.M. «No nos cabe en la cabeza y no tenemos una explicación», se lamentaron.
Bélgica Aguilera (44) no tiene consuelo. Todavía guarda en sus retinas la última vez que vio con vida a su hija Yulisa Cerda (22) aquel 27 de abril de 2020, cuando fue asesinado por su pareja en su domicilio en Las Compañías.
«Se cumplirán dos años del asesinato y estamos apenados, sentimos impotencia y rabia porque creemos que se burlaron de nosotros», se lamenta.
Su testimonio estremece. La mujer, con la voz entrecortada por el dolor, relató a Diario La Región el desenlace que terminó con un juicio que duró cerca de dos años y con un resultado que aún no los termina de convencer, toda vez que el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de La Serena dictó este martes veredicto condenatorio sólo por porte ilegal de armas y no femicidio como esperaban.
«Tres veces mi hija lo había denunciado y tenía una orden de alejamiento, pero jamás los carabineros se pasearon -por la casa- para saber cómo estaba», se queja Bélgica y su pareja, mientras abrazan un cuadro de Yulisa.
La tristeza se basa en que hasta ayer había esperanzas en que se condenara por femicidio a I.C.M, pero el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de La Serena dijo lo contrario.
El acta de deliberación consignó que se «desestimó la pretensión de los acusadores en orden a que en los hechos se configuraría un delito consumado de femicidio en tanto que la prueba de cargo no resultó clara y contundente para acreditar que el enjuiciado actuó con la intención dolosa o el ánimo de terminar con la vida de su conviviente».
No vieron las denuncias
Una resolución que desconsuela a esta madre y a su familia, «puesto que no hay vuelta atrás y era la última oportunidad que teníamos. Pero no bajaremos a los brazos y seguiremos pidiendo justicia. A donde pueda ir hablaré de lo que está pasando y no solamente por lo que pasó con mi hija, sino también por otros casos», cuenta conmocionada.
Por su parte, su hija Bélgica Cerda detalla que «es lamentable» todo lo sucedido en estos casi dos años, «pues había dos juezas mujeres y cómo no van a saber que les puede pasar a ellas, a sus hijas, a sus nietas. No vieron las denuncias, no vieron la orden de alejamiento».
A su juicio, «todo me parece raro. Quería perpetua, que se condenara por femicidio y que se pudriera en la cárcel, por cuanto a mi sobrina (tiene años) le hace falta su mamita. Creo que acá hubo mucha culpa de la justicia y de carabineros, pues nunca vieron las tres denuncias, las que dejaron pasar. Mi hermana las hizo en carabineros, pero nunca esos casos llegaron a la Fiscalía».
De hecho, coinciden como familia en cuestionar el rol del tribunal porque en este segundo juicio –en el primero también el imputado fue absuelto de femicidio- «participaron dos juezas y como mujeres vulneraron el derecho de género, algo que no nos cabe en la cabeza y no tenemos una explicación».
El tribunal fue integrado por los magistrados María Eugenia Gorichón (presidenta), Patricia Cabrera Godoy y Carlos Manque Tapia (redactor).
«Encontramos que existe algo extraño en el caso porque no se puede fallar dos veces, entregar la misma sentencia y que quede impune una muerte. ¡Es insólito! Es que todo caminó bien, pero fueron las juezas quienes fallaron. Respecto al arma utilizada vino un perito balístico y dijo que la pistola no pudo dispararse sola. Entonces la sensación es que este resultado del juicio marca un mal precedente pensando en otros casos», señala.
No los escucharon
Mirando al techo, donde aún es visible una marca de una bala percutada ese día, la madre explica que «el abogado (David Oyanedel) y el fiscal (Rodrigo Céspedes) entregaron las pruebas suficientes, pero a mi parecer hay algo extraño dentro del poder judicial porque no existe la casualidad cuando matas a una persona. Sin embargo, acá no lo tomaron como un delito y solamente les importó el porte ilegal de armas…».
Luis Ardiles reconoce que en todo este tiempo el único apoyo que han tenido han sido las organizaciones feministas (Feministas Patiperras, Memorial Feminista y Asamblea Feminista Elqui) que los han ayudado a levantarse como familia.
Destaca, al igual que Bélgica, que la ayuda que tuvieron del fiscal fue importante, «ya que nos brindó apoyo desde el primer día y tampoco lo escucharon, cuando tenía todas las pruebas y siempre dijo que era un femicidio. Pero lamentablemente los jueces no lo entendieron de esa manera».
Para esta familia el fiscal realizó un buen trabajo al igual que el abogado, «pero del resto nada. Desde un principio el fiscal regional nos brindó ‘supuestamente’ todo el apoyo del mundo e incluso tuvimos una entrevista por Zoom donde se compromete a darnos una mano, pero desapareció, nunca más supimos del él y lo mismo de la señora Ivon Guerra (exseremi de la Mujer)».
Reconoce que «ellos aparecieron en un comienzo, pero después nada. ¡Nos dijeron que su muerte no iba a quedar impune! De hecho, en el segundo juicio le hicimos un llamado y nos dijo que nuestra hija no estaba en la lista para tener ayuda como defensa…».