La situación se vuelve incierta para estas personas que por años lucharon por
la vivienda, y para aquellas que enfrentan problemas de salud, principalmente.
Fue el 28 de diciembre pasado cuando familias del Comité «Futuro Guayacancito», después de 14 años luchando, por fin recibieron sus viviendas. «Fueron años de mucho esfuerzo y sacrificio», cuenta Mirza Molina, presidenta del comité.
Ese mismo día, en Twitter, el municipio lo comunicaba: «Hoy, integrantes de 51 familias de Coquimbo, pertenecientes al Comité de Vivienda ‘Futuro Guayacancito’, recibieron las llaves de su casa propia, como parte de un loteo de viviendas sociales de dos pisos, áreas verdes, juegos infantiles, entre otros equipamientos urbanos…».
Sin embargo, la queja es que sólo les entregaron las llaves, sin ninguna documentación que acreditara la propiedad. «Es decir, sin escritura, y eso nos tiene preocupados y con el miedo que en cualquier momento nos echen a la calle», agrega Molina.
Lo curioso es que la entrega de las casas fue el 28 de diciembre, el Día de los Inocentes, «y nosotros fuimos muy inocentes en recibir las llaves y no la escritura. ¿Por qué la preocupación? Que no nos entreguen la documentación quiere decir que si me muero queda en nada la casa, y acá hay mucha gente que tiene ampliado su hogar, tienen sus rejas. No sabemos qué pasará el día de mañana si a la persona dueña de la casa le ocurre algo, cómo quedan sus familiares. En mi caso tengo mis hijos y mi pareja, y si me sucede algo quedarían en la calle, sin resguardo por no tener la casa a mi nombre, ¿me entiende?».
A su juicio, «la escritura no ha pasado a notaría ni al conservador, sigue estancada en el municipio. Nos dieron una fecha, diciendo que la iban a entregar el 15 de abril, pero estamos a mayo y seguimos esperando. Le cuento que el dinero lo tenemos guardado desde agosto del año pasado en una cuenta que tiene el comité».
Desde el año 2007 que se formaron como comité y debieron pasar por una infinidad de situaciones para cumplir con el sueño de la anhelada casa propia, que hasta esa mañana si lo era.
«Nos entregaron las casas, todos felices, pero con el tiempo nos hemos dado cuenta que nos dejaron a la deriva. La Subdere nos iba a entregar unas cámaras de seguridad en el mandato anterior, pero eso quedó estancado en el gobierno pasado, y ahora con la nueva administración esperamos que las cosas se apuren. De igual manera postulamos a botones de pánico, porque el sector en el que vivimos es muy peligroso y la delincuencia es grande; tenemos que vivir mirando por la ventana, ya que hay muchos rucos y mucha drogadicción en un sitio eriazo cercano al nuestro, en calle Errázuriz, a un costado del Cementerio Inglés», relata la dirigenta, con una sensación de amargura por la situación que los aqueja.