El día 14, a media tarde, los locales chinos habían agotado las existencias de bolsas y papel para regalos, un indicador que el público habría preferido un tipo de regalos más austeros. «Utilitarios y ropas es lo más vendido», nos dice el dependiente del local chino instalado en el Empalme.
El comercio establecido tenía dudas de cómo les iría por la alta presencia de ambulantes. Pero tanto el mall Vivo del centro de Coquimbo como los de Peñuelas y La Cantera se vieron muy concurridos. Se repetía la demanda de ofertas en ropa veraniega.
Las ofertas de las grandes cadenas nacionales eran tentadoras: 30 y hasta 50 por ciento de rebaja, y en otros casos ofertaban dos juguetes por el valor de uno, como sucedía en el Jumbo, por ejemplo.
En La Serena no era tan distinto. Las grandes tiendas estuvieron con alta concurrencia de público.
En el centro, calles repletas, tacos interminables y, sobre todo, paciencia.
Sin embargo, no alcanza para terminar el año festejando dicen los comerciantes, especialmente los del persa Cienfuegos, en La Serena, que si bien han visto un aumento en sus ventas estos últimos días, «tampoco es como antes», aseguran.
Pedro Antibilo lleva 35 años en el persa, «casi toda una vida». Y cuenta que debido a la crisis social y al aumento de los ambulantes, «las ventas han disminuido».
Estos últimos días, en la previa de Navidad, «hemos repuntado un poco, pero no es lo que esperábamos y cómo pensábamos que nos iría, a raíz de todo lo que ha pasado, y porque nos llenamos de comerciantes ambulantes, puesto que te venden de todo, bajan el precio de la mercadería y la gente termina por comprarles a ellos, pero así están las cosas y hay que apechugar…».
Este pésimo término de año radica, como manifiesta Antibilo, en que «el público no tiene tanta plata y porque existe una psicosis debido a que la gente está quedando sin trabajo. A mí me subieron las ventas con la tarjeta, producto de que tampoco hay circulante, pero claro que son muchos los factores para determinar el por qué de la baja en las ventas».
A unos metros, en el local 39, trabaja Geovana Maulén. Su padre fue uno de los fundadores del persa y, tal como su vecino, afirma que en estos últimos días sí han repuntado las ventas.
«Se han visto mejor, pero no como en otros años. Estos dos últimos días hemos vendido un poco más, pero tampoco como antes. Para ser sincera, recién estos últimos tres días ha mejorado».
Sin embargo, es clara al dar una explicación: «Ahora estamos luchando para poder vender. Antes nos podíamos dar el lujo de regodearnos, pero ahora tenemos que luchar, y más ahora con la crisis que está viviendo el país y la región, donde la gente pide mucho descuento, a pesar de que nosotros vendemos mucho más barato que en otros lados».
Se vende la mitad
El temor de los locatarios es que una vez que pasen las fiestas las ventas vuelvan a bajar «y eso es lo que pensamos, que realmente van a bajar, dado que la gente, el turista, que venía de vacaciones en otros años, dudo que venga ahora. Ojalá me equivoque, pero es lo que creemos».
Recuerda que han vivido años complejos, «pero en cuanto al negocio, este año ha sido muy malo, porque en mi caso, por ejemplo, estoy vendiendo la mitad de lo que vendía el año pasado. De hecho, las cosas que tengo son del Día del Niño, que estuvo muy malo y me quedaron casi todas las cosas, y eso es lo que estamos vendiendo ahora, así que en verdad que estamos luchando…».
Petronila Jeraldo tiene 15 años en el persa y su rubro es la ropa. Hace dos años reconoce que le faltaban días para viajar a Santiago y traer mercadería. Hoy la situación es diferente.
«Ha sido un año muy difícil, y los meses más malos han sido octubre y noviembre, donde las ventas no subían y con días en que no vendíamos nada, así que lamentablemente ha sido complicado», enuncia.
En su caso indica que «hoy para la gente la ropa no es la primera necesidad, además que las tiendas grandes te hacen ofertones con los cuales nosotros no podemos competir, así que ha sido bastante complejo.
En mi caso no he superado ninguna venta superior a 200 mil pesos y ahí estamos. Además, el estallido social nos ha perjudicado mucho y en todo sentido, porque si había cesantía hace un tiempo ahora hay más, y la gente no está comprando, es complicado, y posiblemente este año que viene sea peor. Desgraciadamente se viene peor, hay que ser realistas y no es por ser pesimista, pero es lo que estamos viendo…».