Hasta el momento de su detención, el miércoles, la tierra se lo había tragado. Nada se sabía de él. Pero reapareció para agredir a una mujer de 43 años en una tienda de ropa usada en calle Cienfuegos, en La Serena, usando un elemento contundente.
Fue detenido por los propios locatarios del sector, quienes al oír los gritos de auxilio de esta mujer fueron en su ayuda. Ayer por la mañana, el sujeto, Antonio Carvajal Valdivieso, pasó a control de detención, y por disposición del juez de garantía se encuentra en prisión preventiva por homicidio frustrado.
El largo historial de abusos sexuales y violaciones de este sujeto de 53 años, apodado el «Psicópata del Pincel», parte en la ciudad de Copiapó, donde cumplió una condena por violación, y luego en Santiago, donde fue condenado a 29 años por violación y homicidio, pero logró su libertad condicional tras 10 años en prisión, por buena conducta.
De Chañaral a Limache
La historia cuenta que este hombre ingresó a la cárcel el 18 de septiembre de 2008, y pese a que ya había cumplido una pena por violación en los años noventa, pudo acceder a un beneficio carcelario que lo dejó libre el 10 de enero del año pasado, ello a pesar de que ni siquiera accedió a realizarse exámenes psicosociales para saber el grado de peligro que podría representar para la sociedad una vez libre.
¿Entonces qué hacía por estos lados?
Es la pregunta que muchos se hacen, ahora que conocen su pasado criminal, que comenzó el 29 de marzo de 1988, cuando en la ciudad de Copiapó golpeó y agredió sexualmente a su ex polola (recibió una pena de 5 años de prisión, de la que sólo cumple 3, al salir con libertad condicional), luego se trasladó a Chañaral, posteriormente a Santiago, y luego, según la historia, a Limache, desde donde también huye después de ser acusado de violación.
Sin embargo, el triste final llega el 14 de septiembre de 2007, cuando al interior de su casa en la comuna de Macul, en Santiago, asesina a una estudiante y la entierra en el patio trasero, a escasos 80 centímetros de profundidad.
Ante la situación y la desesperación, escapa, y es detenido el 17 de septiembre. Al día siguiente entra a la cárcel, y el 2008 es condenado a 15 años por el asesinato de María Isabel Pérez, estudiante de primer año de pedagogía básica, y a 14 años adicionales por otras violaciones en el norte del país. En total 29 años, que ya se sabe cómo terminaron…
Los rumores dicen que llegó a La Serena a finales del mes de agosto de este año. Pero lo que es un hecho, y lo consigna la Policía de Investigaciones, es que el imputado se hizo cliente de la tienda en la que trabaja esta mujer, porque se sintió atraído por la comerciante.
Según lo expresado por la víctima, después de un tiempo el individuo habría comenzado a sentir cosas por ella y, por ende, a enviarle mensajes románticos, pero al no ser correspondido su ira lo llevó a atacarla.
VIOLENTA AGRESIÓN
La mujer se encontraba en su local cuando este sujeto llegó y se abalanzó sobre ella para golpearla en la cabeza con un fierro y un trípode de metal, para luego arrastrarla hacia la parte trasera del local, tomándola del cuello e intentar ahorcarla.
Pese a la violencia, la mujer pudo repeler el ataque y huir a la calle, donde fue auxiliada por transeúntes, quienes lograron retener al sujeto hasta la llegada de personal policial.
Por una fotografía
Respecto a este caso, el subprefecto Cristian Lobos, jefe de la Brigada de Homicidios de La Serena, comentó que «la víctima era propietaria del local comercial y en esa condición, hace unos meses, habría conocido a un cliente, quien en forma unilateral y sin mayores motivos por parte de la víctima, habría comenzado a enviarle mensajes de tipo románticos y con algunas invitaciones para salir, lo que fue rechazado por la mujer. Y como los mensajes continuaron a través del tiempo, la víctima, con la intención de alejar a esta persona, decidió cambiar una fotografía de su perfil de wasap, colocando una fotografía donde aparece con un amigo, lo que habría motivado al imputado llegar este miércoles por la mañana hasta el local comercial, y sin mediar mayor diálogo y provocación, comenzar a agredirla».
Producto del forcejeo, cuenta Lobos, «la mujer logra evadir un poco estos ataques y salir del local pidiendo ayuda, siendo asistida por otros locatarios, quienes al ver que este sujeto huía lograron retenerlo y entregarlo a la policía».