ALVARO ZAMBRANO, voz que creció en Las Compañías y triunfa en Alemania

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Quien desde muy temprana edad se involucró con la música por herencia familiar, que aprendió a tocar el piano y que por una extraña circunstancia no pudo llegar a desarrollar ese talento a cabalidad, terminó desarrollando una voz de alta calidad, producto de su perseverancia y el apoyo de personas clave.

El nombre de Álvaro Zambrano Donoso quizás no dice mucho dentro del ambiente de la música nacional, pero es muy distinto si lo pronunciamos en Leipzig o en Berlín, en el mundo de los sonidos doctos. Se trata de un serenense de 34 años que, luego de un largo recorrido, llegó a transformarse en un cantante de ópera que hoy participa de importantes proyectos y labores en tierras germanas.

Oriundo de Las Compañías, desde muy temprano mostró dotes innatas para el canto y el piano. Luego llegó hasta la Escuela de Música Jorge Peña Hen, donde desarrolló su talento sobre las majestuosas teclas, pasando luego, producto de su esfuerzo, por el Instituto de Música UC, y gracias a la ayuda de personas que vieron en Álvaro un talento sin igual, pudo llegar con una mochila de sueños hasta Alemania.

Conversamos con él desde Leipzig, vía llamada de Whatsapp, ciudad donde reside en la actualidad. Y claro, su vida ha alcanzado una dimensión muy diferente gracias al canto lírico.

«Fue un proceso muy largo, porque yo tuve que partir desde abajo y hacer muchas cosas, incluso trabajar cantando en matrimonios, eventos, funerales, etcétera. Fue una etapa extensa, porque en el arte y la música los procesos los tienes que empezar desde niño. Lo bueno es que pude encontrar a la gente que me guío, y también fue clave la educación que recibí en la casa. Creo que muchos colegas tenían incluso más talento que yo, pero la disciplina y la perseverancia es lo que más cuenta en este trabajo, creo que es el 90% de todo, y el otro 10% es el talento», señaló.

Tras un largo periplo, llegó a Alemania prácticamente con muy pocos dólares, por lo que pronto debió comenzar a trabajar en otras cosas, pero todo fue cambiando. De esto han pasado casi 11 años.

EL APOYO DE LA FAMILIA ES FUNDAMENTAL

Para poder alcanzar sus sueños, el principal respaldo que recibió Álvaro Zambrano Donoso fue de su casa. Y además tuvo varios espejos a los que mirar para encontrar en la música un camino decisivo en su existencia. Esas fases hacia el éxito son la que su familia nos relató.

Su padre, Álvaro Zambrano Rojas, recuerda que la música es algo que va en las venas de la familia. «Mis hermanos tenían un grupo musical llamado Los Diamonds, en los años ‘70. A mí siempre me gustó la música, y a los 7 años aprendí a tocar la batería, pero mis papás no me dejaron seguir en esto, porque era una actividad muy bohemia. Posteriormente siempre pensé que cuando tuviera un hijo, él podría dedicarse a esto, pero de manera profesional».

Cuando ya creció, sus padres instaron a «Álvaro junior» a estudiar en la Escuela de Música Jorge Peña Hen, cuando cursaba Tercero Básico. «Una profesora lo probó y se dio cuenta que tenía condiciones. Yo tenía un piano viejo y por eso él ya practicaba en la casa. Todo indicaba que iba en esa dirección», señaló su padre.

Lamentablemente, un hecho cambió el destino, porque sufrió una lesión en el cúbito del brazo, por lo que le costaba mucho recuperar su musculatura. Esta situación, aparentemente intrascendente, fue clave en sus posteriores decisiones.

Sin embargo, ya siendo adolescente, Álvaro ganó experiencia siendo parte en el Coro de Cámara de la Universidad de La Serena, donde pudo además interpretar temas en sitios emblemáticos de la ciudad, como la Catedral de la capital regional. A partir de allí, su voz comenzó a florecer.

Ya terminando el ciclo escolar, se dio cuenta que las posibilidades económicas podían determinar que su destino estaría ligado a la pedagogía en Música, pero él apuntó más lejos: con esfuerzo y pocos recursos logró quedar en la Escuela de Música de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Lo hizo en silencio y como pudo.

«No era fácil, porque el costo mensual era de cerca de $ 350 mil, y yo apenas ganaba 400 mil pesos. Paralelamente, Álvaro reunía algo de dinero gracias al canto para poder costear su carrera», señaló su padre.

Mientras tanto, lo descubrió una profesora alemana, Ahlke Scheffelt, quien le proporcionó una pequeña beca y le instó a que no sólo debía cantar y mostrar su voz en forma maciza: era fundamental el estudio permanente, la teoría.

Fue esta misma maestra quien le ayudó a postular a una de las escuelas más importantes de Europa, a sabiendas de que en Chile casi no hay campo para el canto lírico. Y el propio Álvaro lo señaló desde Alemania. «Las cosas importantes en la vida son aquellas que se proyectan a largo plazo, aunque es muy difícil hacerlo cuando hay pocos recursos para invertir y sólo se puede acceder a lo más elemental. Ella confió en mí a ojos cerrados, cuando sólo tenía 18 años. Me dio hasta lo que no tenía y quise cumplirle por respeto a ella».

Y así fue como llegó a la Freie Universitat Berlin, donde pasó por un filtro muy complejo, pues compitió con otros 80 postulantes. Sólo podían aprobar 4. Y lo logró, así pudo estudiar gratuitamente, además de conseguir otra serie de beneficios que nuestra educación no proporciona para quienes estudian música y afines. Ese fue el comienzo de una historia que le permitió llegar a la Deutsche Oper de Berlín, para hoy formar parte de la Leipzig Oper.

«Es importante destacar que nosotros somos de un sector que siempre ha sido estigmatizado, como es Las Compañías. Y hay muchos talentos, pero lamentablemente, por nuestro sistema de educación no pueden mostrarse acá. Si queremos culturizar la ciudad, debemos partir por reconocer a quienes son de casa y dar oportunidades», destacó Álvaro Zambrano padre.

ORGULLO DE MAMÁ

Susana Donoso es la madre de Álvaro, que aunque suene de perogrullo, está verdaderamente feliz por lo que ha conseguido su retoño. «Creo que desde muy niño mostró condiciones y disciplina, porque mientras la mayoría de los chicos salía a jugar, él siempre estaba practicando. De hecho, cuando tocó piano en su etapa escolar, contó con el apoyo de la profesora cubana Alejandrina Reyna. Si bien ella trabajaba principalmente con universitarios, puso atención en Álvaro siendo niño».

Incluso, recuerda que siendo muy pequeño, le cantaba a las tías del jardín infantil sobre una silla, imitando a Luis Miguel. «Ellas aún preguntan por él, y cuando saben que es cantante, me consultan, porque no se ha visto en los medios masivos, pero claro: es cantante de ópera y está en Alemania».

Para ella, lo más complicado es que su hijo ha estado mucho tiempo fuera y desde muy joven, porque partió a la universidad en Santiago a los 18 años, y seis años después arribó a tierras germanas.

«Creo que aunque lleva tantos años lejos de su país, le gustaría cantar en Chile. Nosotros como papás no hemos tenido la oportunidad de verlo cantar en Europa, aunque el año pasado me invitó a verlo en Montevideo, Uruguay, donde se presentó como cantante estelar en el Teatro Solís. Fue la primera vez que lo hizo en América Latina, porque ha estado en variados países de Europa», nos relató.

Antonio Zambrano Donoso es el hermano más pequeño de Álvaro, de sólo 11 años, y nos confesó que también tiene habilidades artísticas. «Me gusta recitar poemas». Sin duda, hay un talento que está en la sangre, porque otro de sus hermanos, Víctor, es diseñador gráfico y está en Brasil. Además, también producía «música consciente» en la agrupación Urban Monk. El arte está en las venas de la familia.

VIVIR DE LA MÚSICA

Para Álvaro, sustentarse gracias a su talento y su pasión no ha sido nada de fácil, situación que contrasta con lo que muchos jóvenes deben vivir incluso en las calles de La Serena y Coquimbo, tocando en las calles. «Esta profesión es para hacerse rico desde el punto de vista espiritual, eso es claro. Aunque debo decir que en Alemania igual alguna vez lo tuve que hacer, y es mucho más difícil que cantar en el teatro. Incluso con mi banda, Los Pitutos, que son músicos que provienen desde Chile y otros puntos de Europa, en alguna ocasión también lo hicimos. Yo también le doy monedas a músicos cuando paso por la calle, somos coleguitas», comentó.

Actualmente, Álvaro está trabajando en otros importantes proyectos, y antes, estuvo en la Deutsche Oper de Berlín. «Estoy como estelar en la Leipzig Oper, con un contrato mínimo de dos años, donde canto 10 a 12 óperas por año. Canto en cerca de 45 funciones, y sumo algunos conciertos en Noruega, Francia y España. Estamos vinculando a Los Pitutos con el mundo de la música clásica y estamos proyectando un nuevo álbum con orquesta sinfónica, en Turquía», nos contó.

Sin embargo, su sueño es poder cantar en Chile, en La Serena, y por qué no en Las Compañías, en su sector. «De hecho, para mí es más importante cantar allá que acá (risas), porque creo que falta mayor presencia de voces clásicas o música de esa naturaleza. Siempre he soñado con cantar allá, y sobre todo poder hacer un proyecto en Las Compañías, y ahora es mucho más importante, porque hay un trasfondo social, sobre todo por lo que está sucediendo en Chile. Cuando me vine a Europa, yo sentía que la cosa iba para allá, porque estudiar en la universidad es muy caro, y para poder pagarla un joven debe trabajar en muchas cosas. Yo me había endeudado y en realidad no valía la pena, lo que nos obliga a autoexiliarnos. Pero espero regresar, para devolver la mano», concluyó.

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