Cuando se enteró de que existía una Ley de Identidad de Género y la posibilidad cierta de poder obtener una cédula que reflejara en forma verídica su condición sexual, Amaro Barrera Egaña no dudó en hacer averiguaciones de inmediato en el Registro Civil. Y no era para menos, pues como transexual había vivido momentos muy complicados, ya que su carnet no dejaba claramente establecido quién era. Su esencia.
Y afortunadamente, luego de algunas semanas, hubo buenas noticias para Amaro, porque consiguió obtener la cédula donde su identidad era reivindicada. «Creo que esto me valida, y el proceso de transición ha sido una felicidad muy grande, para llegar a ser la persona que siempre fui en mi mente, primero en forma física y luego a través de un documento, en forma oficial, y como un ciudadano chileno. Creo que si bien el proceso ha sido complejo, estoy muy contento de que las cosas hayan cambiado en Chile y en el mundo, y se esté aceptando y no invisibilizando a la comunidad trans», señaló a diario LA REGIÓN.
Sobre las dificultades que ha debido enfrentar en la vida cotidiana, Amaro recordó que «ser una persona trans en un mundo donde uno no existía, presentaba dificultades en cualquier decisión que uno fuese a tomar, pasando por la profesión que ibas a estudiar o viajar. Uno siempre en esas circunstancias piensa «soy una persona trans», y estaba ese obstáculo. Soy profesor de música y muchas veces reflexionaba en cómo mi condición sexual podía afectar mis posibilidades de titularme en su momento o de trabajar», acotó.
A juicio de Amaro eso sigue pasando, porque muchas chicas trans viven situaciones igualmente complicadas, «al momento de hacerse visibles, limitan mucho sus posibilidades. Entonces, en el transcurso de mi vida, siempre fue una materia que se presentaba como un obstáculo. Hoy por fin soy quien siempre debí ser, y no hay barreras, por eso estoy feliz», argumentó.
¿En qué cambia estar documentado su relación con la sociedad? Amaro es enfático, porque hubo situaciones muy desagradables. «Mi aspecto físico es el de un hombre común, porque incluso al momento de dar el RUT en el supermercado, el cajero se da cuenta y hay una reacción. Tener que lidiar todo el día con esa reacción constante de personas es una carga emocional y mental grande. Por eso, tener el documento y ser quien debí ser en todo momento me saca un peso gigante respecto de los lugares donde puedo ir y como me puedo desenvolver», subrayó.
Incluso, pone un ejemplo. «¿Qué sucede si me hacen un control de detención y yo no soy la persona que se ve en el carnet, y además se lee un nombre femenino? Por eso tener el documento oficial abre una cantidad impresionante de oportunidades».
DESDE LO FAMILIAR
Amaro nos relató que «hoy en día mi familia me valida de una manera positiva. Tanto mis padres como hermanos. Soy de una familia grande, de cinco hermanos, pero el mundo no fue siempre el que estamos viviendo en la actualidad. Antiguamente no era bien visto tener un familiar con una orientación sexual distinta. Por tanto no se hablaba del tema, se ignoraba, y por ningún motivo se trataba sicológicamente. No había ningún respaldo en materia de salud, y por eso debí llegar hasta los 30 años para poder hacerlo yo. Creo que por momentos no hubo respaldo de la familia, pero también existía mucha ignorancia en Chile».
Pero todo esto pudo cambiar a partir de este sencillo pero significativo trámite de contar con una cédula de identidad como corresponde. Nunca imaginó que iba a ser el primero. «Apenas salió la ley vine hasta el Registro Civil. Reconozco, además, el respaldo de la Organización de Trans Diversidad (OTD), que durante cinco años lucharon por esta ley. Estoy muy agradecido de todas las instituciones, pero queda mucho por hacer. Hay que seguir luchando», argumentó.