«Antes habría sido muy difícil levantar una candidatura como lesbiana»…

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Con un largo recorrido como activista lésbica y feminista, esta abogada de la comuna limarina asume este desafío colectivo para llevar los temas locales a la Constituyente, «con la preparación que tengo como abogada y con vasta experiencia en activismos sociales…», advierte

«¿Qué significa esta candidatura? Un profundo orgullo», reconoce la abogada Jennifer Mella (40), con una larga trayectoria en el movimiento social. Primero como estudiante de la Universidad de Chile y ahora como abogada en la localidad de Sotaquí, en Ovalle, donde forma parte de una asamblea territorial que se moldeó en la provincia del Limarí en 2020, después del plebiscito.

Con un recorrido como activista lésbica y feminista, y consciente de la gran desigualdad que existe en el país, dice asumir el desafío colectivo de liderar esta candidatura a constituyente por la lista Apruebo Dignidad, «como parte de la asamblea autoconvocada por una nueva Constitución de Limarí, en Ovalle, pues es acá donde nos organizamos de manera descentralizada».

Agrega que «acá estamos fuera del radio de la conurbación, que en la región es lo más conocido, y en tal sentido hemos levantado esta candidatura de carácter independiente y desde una asamblea territorial descentralizada. Lo que he asumido es un desafío colectivo de todas estas asambleas territoriales para llevar los temas locales a la Constituyente, obviamente con la preparación que tengo como abogada y con vasta experiencias en activismos sociales».

Oriunda de San Fernando, Colchagua, pero en la región hace ocho años, Jennifer se muestra más convencida que nunca de su lucha, «desde que estuve en la Universidad de Chile y luego cuando me especialicé en algunos temas como derechos humanos en mujeres, familia e infancia, así que consciente de la gran desigualdad que existe en el país, he decidido ser candidata a la Constituyente».

Y tiene el apoyo de su hija y su pareja, «con quien estoy unida civilmente hace seis años. Hemos tenido una vida lo más respetuosa posible en las distintas ciudades en donde hemos vivido, y ese respeto lo hemos ido ganando con nuestra visibilidad», cuenta.

Advierte que «me parece que lo más importante de ser lesbiana es que ese lesbianismo sea feminista, porque es la manera de oponerse a un sistema patriarcal que ha puesto a las mujeres en un lugar más desventajado que los hombres, e incluso que las mujeres heterosexuales».

¿Pudo ser factible esta candidatura hace unos veinte años?
«La verdad es que era muy difícil. A pesar de ser una activista lésbica visible, era aún una estudiante universitaria y de alguna manera estaba protegida por ese espacio en el que participaba, que era muy menor a la participación que se ve hoy. Creo que hubiera sido rechazada por la sociedad, se hubiera visto con mucho prejuicio en esa época. Si bien vivo mi activismo hace veinte años, y puedo decir que he visto una evolución en la sociedad, habría sido muy difícil levantar una candidatura como lesbiana abiertamente en esos años».

¿Cómo vivió ese activismo?
«Siempre participamos de espacios separatistas de manera feminista, y como lesbianas nos organizábamos en distintos tipos de coordinadoras, pero nuestro trabajo era de incidencia política y de incidencia social, es decir que tratábamos de acoger a las mujeres que sentían una orientación distinta de la heterosexual y hacerles ver que eso no estaba incorrecto, que no era una enfermedad…».

¿Sigue existiendo esa estigmatización?
«Creo que las instituciones todavía siguen siendo bastante patriarcales y machistas. Cuando trabajas en una organización te cuesta más ascender, también ganas menos. Ejemplo: Todavía existe una brecha salarial entre hombres y mujeres, pues si un hombre gana cien, una mujer gana setenta por ese mismo trabajo, por consiguiente una pareja de lesbianas ganará 140, versus una pareja heterosexual que gana 170, así que siguen habiendo discriminaciones, porque las instituciones no han establecido reglas paritarias para las mujeres, y menos aún para las mujeres lesbianas, o para las mujeres negras, las mujeres indígenas, o las mujeres pobres».

Ni ahí con la política

Advierte que ha vivido el cambio de una sociedad en estos 20 años, pero también que las instituciones «son las que hoy necesitan modernizarse», y que de la comunidad lo único que ha recibido «es respeto y reconocimiento. Porque una cuando va de frente con su orientación sexual o ideología política como feminista, la gente se atreve a consultarte, se atreve a acogerse y también a ir diciendo por la vida lo que es cada uno. Nosotras hemos hecho carne el dicho de que tú miedo es tu fuerza, así que siempre hemos ido sin miedo donde hemos vivido».

Sin embargo, dice tener claro que su futuro no está ligado con la política. Que solo llega hasta la constituyente.
«Siento que estoy preparada para llegar a la Convención Constitucional para realizar los aportes que esta región necesita desde el mundo social. Entonces mi participación sería sólo en la convención, ya que no me interesa ninguna diputación, ni senatorial, ni concejal, ni gobiernos locales, puesto que mi trabajo es prestar una asesoría jurídica con perspectiva de género en la región donde trabajo, con enfoque en la infancia, y además participar activaAdemás, me dedico en mis tiempos libres a la agricultura, así que lo más alejado de mi vida es esta participación política que he asumido ahora como un desafío desde la ciudadanía».

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