«Llegan muchos reos y nada de personal», cuenta un dirigente de gendarmería. Los últimos que llegaron al complejo fueron 8 funcionarios, que en comparación con quienes se van anualmente por diferentes motivos, es un número bajo. Esto ha provocado que el resguardo en el penal sea menor, pues solo este año van cuatro muertos: dos por suicidio, uno por muerte natural y otro por homicidio, el jueves luego de una pelea en el patio del módulo 58.
La sobrepoblación carcelaria se expresa en números concretos. Las cifras oficiales hablan de más de 54 mil personas privadas de libertad en Chile, cuando la capacidad es para poco más de 42 mil reos.
Números para asustar y que dejan en claro que el aforo de las cárceles superó el umbral pronosticado.
Una problemática que se da en todos los penales del país, incluso en la región Coquimbo, con el centro penitenciario de Huachalalume, donde la capacidad es para 2.300 internos, «y estamos al tope, no hay dónde poner más internos en la unidad», advierte Yokan Garrido, presidente de la provincial Elqui y dirigente nacional de la de la Asociación Nacional de Funcionarios Penitenciarios (ANFUP).
Grave crisis que se da precisamente en el recinto serenense con la cuarta muerte de un interno ocurrida este año. Fue este jueves en el módulo 58, luego de una pelea entre dos reclusos de nacionalidad chilena, ambos de la región. La víctima recibió heridas con un arma cortante artesanal, mientras que el otro interno será formalizado por el delito de homicidio.
Según información entregada por gendarmería, la persona fallecida era reincidente y tenía bastantes problemas con la misma población penal.
De los otros reos fallecidos en el penal serenense, dos fueron por suicidio y otro por muerte natural.
Nada de personal
Los números exceden las posibilidades de atención, seguridad, asistencia y salubridad.
«Considerando que a nivel nacional todas las unidades están al tope máximo, nosotros estamos en un colapso de la capacidad, pero siguen llegando reos de otras regiones», reconoce el dirigente.
Como las dos caras de una misma moneda, la crisis del sistema carcelario -que arrastra décadas- también afecta a los gendarmes.
«Generalmente hay riñas y el personal actúa, como en este caso que sacó al interno en breve al hospital, pero lamentablemente las lesiones eran de carácter grave. Ahí trabaja un funcionario para 120 internos y hay cuatro funcionarios para tener una población de casi 500 internos, y en horario de colación quedan dos funcionarios y tienen que sacar a presos que van a los diferentes tribunales, al hospital penal…», precisa Garrido.
Esta semana llegaron 25 detenidos del norte y todos los días entran varios otros de diferentes unidades, más las personas que quedan en prisión preventiva por orden de los distintos tribunales de la región.
«Llega mucho reo y nada de personal. Los últimos que llegaron al complejo fueron 8 funcionarios que, en comparación con quienes se van anualmente por diferentes motivos, es un número muy bajo. También hay que sumar la gran cantidad de licencias médicas que presenta el servicio, por lo que el personal acá trabaja con el mínimo. Sin embargo, gracias al profesionalismo se impiden situaciones de conflicto mayor. Incluso hemos llegado a tener tres funcionarios para el cuadrante de los cuatro módulos».