Comunidad de Liceo Greogorio Corodovez, conmovidos por muerte del alumno Jean, en accidente

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Un duelo inmediato, sumado a una jornada de reflexión, generó la trágica muerte de Miguel Garrido y uno de sus hijos, Jean Pierre Garrido de 13 años, después del grave accidente automovilístico ocurrido el día sábado en el Puente Zorrilla, en La Serena, cuando una camioneta, cuyo conductor manejaba en estado de ebriedad, los colisionara de frente al momento que se trasladaban en dirección a Las Compañías.

La desgracia sucedió el sábado en la madrugada y tanto Jean como su hermana, de ocho años, fueron derivados de urgencia a la UCI pediátrica del Hospital de Coquimbo en estado crítico. Con las horas, y pese al esfuerzo médico, lamentablemente Jean dejaba de existir.
La noticia no tardó en llegar a oídos de la comunidad del Liceo Gregorio Cordovez, donde cursaba octavo básico, que desde muy temprano había enviado un mensaje a través de su página de Facebook llamando a todos a una jornada de oración.

Por eso ayer había desazón e impotencia. Desde muy temprano los alumnos comenzaron a poner flores blancas a la entrada del colegio, lo propio cada apoderado. Sus compañeros, los más cercanos, lo lloraron, al igual que sus profesores, que no daban crédito a lo que había acontecido.

A Jean lo recuerdan como un niño muy apreciado y de buen rendimiento académico, además de ser muy comprometido con sus pares. Los sentimientos de pesar se extendieron a los docentes, quienes rescataron la energía que caracterizaba al menor.

«Era un muchacho alegre, buen estudiante y muy querido», comentó el director del establecimiento, Mario Rojas.

Respecto a lo que están viviendo como comunidad educativa, sostuvo que «después de conocida la tragedia que ha vivido la familia de Jean, no nos queda otra que preocuparnos de que nuestros estudiantes asuman con entereza, que sean capaces de tolerar el dolor y que sean capaces también de poder superarlo. Nosotros somos fundamentalmente una entidad educativa, laica por definición y con valores institucionales que tienen que ver con la tolerancia, con el respeto, la participación y el diálogo. Por lo tanto, ellos ahora están poniendo en movimiento esos valores. Están tolerando el sentido de que la vida viene de la mano con la muerte, de que los accidentes suceden».

Agregó que «hay que hacerles entender que la vida, aunque parezca dura, después de un accidente como esté, de quitarles a un compañero de curso y del establecimiento, continúa. Que ellos tienen sus proyectos de vida, que tienen que continuar, que deben ser capaces de evaluar, sentir, ser solidarios, fraternos, acompañar a la familia, pero tampoco descuidar sus responsabilidades que son en el fondo el sentido de su vida estudiantil».

Ante la posibilidad de trabajar con profesionales, al menos en el corto tiempo, argumentó que el «curso de Jean, comenzó las clases de hoy (ayer) con la presencia de la profesora jefa y una psicóloga que los acompañó para la contención necesaria y para establecer con mayor claridad el cómo asumir un dolor de esta naturaleza, el cómo valorar sus propias vidas también. Poder explicarles en el fondo lo que es la vida humana, el cómo la vida y la muerte conviven. Hay también un equipo de psicólogos, además de dos profesionales de la corporación, más los dos de nuestro liceo, viendo cómo establecer un plan de trabajo para el curso y para otro estudiante o amigo más cercano de Jean que requiera acompañamiento, que requiera algún tipo de apoyo. De igual manera está muy alerta el equipo directivo, pero ahora con una mayor atención ante cualquier situación que implique requerimiento de ayuda».

Para Rojas, el luto recién comienza para los alumnos del liceo, especialmente para los más cercanos, sus compañeros de curso, sus amigos. Porque «ahora es el momento más difícil, lo mismo que el día en que sepulten sus restos. Los estudiantes están en la primera etapa y nosotros debemos ser profesionalmente capaces de marcar ruta, vivir el duelo y el dolor de la pérdida de Jean, pero sin perder tampoco de vista que la vida continúa. Tendrán que acostumbrarse a vivir sin la presencia física de Jean y deben aprender a recordarlo de la mejor manera y poder potenciar sus propias vidas. Creemos que la mejor señal y el mejor camino para poder superar etapas de dolor como estas, es poder entregarles la mayor normalidad que podamos».

En el final, Mario Rojas resume el sentimiento de toda la escuela. «Jean, te vamos a extrañar…», concluye.

Su padre: buen compañero y trabajador
«Falleció el Miguel en un choque…», dijo uno de sus amigos al enterarse de lo ocurrido, muy temprano el día sábado. Todavía no salía el sol, cuando la noticia de su muerte era conocida por sus amigos y colegas de la Línea 39.

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