No se sabe el costo, pero sí se sabe que será un duro y delicado el trabajo de borrar los grafitis desde los muros de la Iglesia Catedral de La Serena.
La tarea ha sido encomendada a dos expertos, Isabel Correa, Historiadora y restauradora y Franc Vicencio, historiador.
Ayer, ambos estaban abocados a hacer los primeros ensayos de componentes químicos que diluyeran la pintura negra sin que se dejara huellas ni se dañara la estructura.
«Es difícil porque la pintura usada en los grafitis penetró mucho y se ha fundido en la piedra. Por otro lado, el humo de los vehículos ayuda a que la piedra se ponga más dura…» hace ver Franc, joven docente universitario, quien había ocupado un par de horas en encontrar alguna solución apropiada.
Finalmente, dice, parece que usaran una mezcla entre diluyente, un tipo de arena y otros solventes.
Sobre el costo del trabajo no anticipan nada por ahora porque primero tienen que definir qué van a emplear «pero lo cierto es que un trabajo delicado, porque no queremos dañar para nada los muros de la catedral».
Esta, la iglesia mayor de la capital regional, data de 1840 y está construida en base a piedra canteada traída de la zona de Juan Soldado, al norte de La Serena.
Estos grafitis se ubican en el costado que da a calle Cordovez y están hechos con spray de color negro justo al lado de la placa conmemorativa a la visita a esta zona de San Juan Pablo II.