Aun cuando han pasado días desde el 5 de febrero cuando fue víctima de robo de los casi catorce millones de pesos, don Héctor Ahonzo, Director y fundador de la Agrupación de Discapacitados de Tongoy, Adiston, dice que optó por hablar aun cuando los investigadores le habían sugerido guardar silencio.
Estos días han sido muy duros para él y su entorno. A cada instante se pregunta él y su acompañante, un miembro de la directiva del Centro Adiston, cómo fue que les pudo pasar esto y que, tal vez, de haber tomado otras medidas de resguardo, no estarían lamentándolo.
Cuenta don Héctor que ese día vinieron a cambiar dos vales vista en las cajas del BancoEstado de calle Melgarejo. En total sumaban $13 millones 600 mil pesos y fracción, dineros que corresponden a fondos institucionales.
Concluido el trámite se dirigió a tomar movilización en taxi colectivo desde el terminal, para regresarse a Tongoy y comenzar los pagos correspondientes.
Se acompañaba del tesorero Cristian Anacona. Ese dinero era principalmente para sueldos de los profesionales que trabajan en Adiston.
«Retiramos el dinero de fondos asignados por un proyecto del Gobierno Regional y otra parte de fondos del Servicio Nacional de la Discapacidad. De ahí partimos al terminal de buses y cuando estaba en el interior del colectivo para retirarnos a Tongoy fui atracado, me robaron».
Señala que fueron dos los delincuentes que actuaron planificadamente con una elaborada rutina distractiva.
«Yo fui el primer pasajero que ingresó al colectivo. En estos recorridos hay que esperar hasta que se llenan para recién iniciar viaje a Tongoy y Guanaqueros… De repente, un sujeto se pone entre el colectivo en que estaba yo y el que estaba parqueado al lado. Me pareció que era un ejecutivo. Bien vestido y con un bolso. Hablaba mucho por teléfono celular. En un momento dado este hombre se fue hacia las agencias de buses, pero desde su ropa se le cae (los deja caer) billetes. Entonces yo le indiqué con voz alta a uno de los choferes para que fuera a avisarle que se había caído dinero. Pero cuando se devuelve a recoger la plata que estaba cerca del auto, como que se me acerca a modo de agradecer tal vez, no me recuerdo bien, y allí otro individuo que avanzó por el otro lado del auto seguramente agachado y sigiloso, metió la mano a la cabina y me arrebató el bolso con el dinero».
Tras eso, el «ejecutivo» y su cómplice abordaron un automóvil de color plomo con patente oculta emprendiendo la huida.
Ahonzo y Anacona avisaron a la policía. Inmediatamente llamé a Carabineros, pero estos sujetos huyeron en un vehículo que habían instalado tras el colectivo y salieron a gran velocidad del terminal. La forma que usaron se nota que es muy elaborada. Los carabineros me dijeron que es una banda especializada».
La principal sospecha del director de Adiston es que fue seguido desde la sucursal del banco en que actuó además una mujer cómplice.
Desde luego entregó todos los detalles y la descripción de los antisociales a la policía que les sigue los pasos.
«Yo creo que todo esto empezó en el mismo banco cuando hicimos el retiro del dinero. Alguien se paró detrás de nosotros en la fila y era una mujer de edad que apuraba a la cajera mostrándole su carnet y la cajera le decía que estaba ocupada y ahora después de pensarlo en estos días, creo que era, como dicen en la jerga delictual, el «sapo».
El «ejecutivo» no tenía más de 30 años, tez blanca, de media estatura, pelo ondulado oscuro, y era muy ordenado, muy prolijo para vestir».