El objetivo, señaló su secretario ejecutivo Joaquín Walker, es poder mitigar los efectos que dejó la pandemia y la no presencialidad en la comunidad. A nivel nacional se ha visto a una mejora importante de la asistencia desde 2022, que fue el año más crítico.
Luego de la pandemia, para combatir la deserción escolar o el ausentismo crónico, que sin duda ha afectado la convivencia y el desempeño escolar, el Ministerio de Educación puso en marcha el Plan de Reactivación Educativa, que tiene como objetivo redoblar los esfuerzos y las acciones en tres ámbitos claves: convivencia y salud mental, fortalecimiento de aprendizajes y revinculación y asistencia.
La idea está enfocada en mantener la continuidad en el aprendizaje presencial, como indicó Joaquín Walker, secretario ejecutivo del Plan, quien destacó ayer sus tres ejes principales en la Escuela Javiera Carrera, en La Serena, que ha estado innovando en materia de convivencia «y que es fundamental, por eso venimos desde el nivel central a observar este trabajo, que es un ejemplo».
Lo que está ocurriendo en la escuela de Avenida de Aguirre -afirma- puede ser un ejemplo no solo para la región, sino que para el país, «y por eso hemos venido a conocer esa experiencia, que, junto al trabajo con monitores y otras entidades, están generando espacios de formación y acompañamiento para trabajar la convivencia, lo que ha generado resultados positivos, incluyendo una baja en las denuncias, prácticamente llegando a cero».
Seguir mejorando
Si bien este plan de reactivación comienza en 2022 como una respuesta estratégica e integral en la época post pandemia, apunta que «no es solamente para volver a los niveles que teníamos antes, sino que para seguir mejorando e ir sembrando esa mejora hacia el futuro».
En cuanto a la inasistencia, que aumentó con posterioridad a la pandemia, «afortunadamente, con un trabajo integrado de distintos factores, con el sector público, privado y con mucho sentido de urgencia, se ha visto a nivel nacional una mejora importante de la asistencia desde 2022, que fue el año más crítico, el año de retorno a la presencialidad», comentó.
Coquimbo esta levemente bajo por sobre el promedio nacional de asistencia de marzo a mayo, que es del orden del 88.3% y la región tiene un 88%.
«Reconocemos que, en relación al año pasado, hubo una baja en la asistencia, y si bien existe una mejora, también identificamos que existen desafíos que debemos seguir trabajando. Esto porque la asistencia tiene efectos, primero, en el aprendizaje, por cuanto ir a clases repercute positivamente, y segundo, mejora la convivencia y la inasistencia grave, que es un factor que predice la deserción o exclusión educativa. Cada día cuenta desde la educación parvularia y eso influye en el aprendizaje, en la convivencia y en la permanencia».
Agrega que, no obstante, existen distintos factores que influyen en su baja, «aunque tiene que ver con una pérdida en el valor social de los espacios públicos, entre ellos las escuelas y jardines infantiles, y porque hay más temores en las enfermedades, algo que ha ocurrido a nivel global y que ha influido en la asistencia, que por lo demás es estacional, puesto que en los meses de invierno hay más faltas justamente debido a enfermedades respiratorias».
Otros actores
Este Plan contempla medidas para este año 2024 y también tiene metas proyectadas hasta 2026, que principalmente apuntan a recuperar los índices que había antes de la pandemia.
En cuanto a la salud mental, se han contemplado iniciativas, varias de ellas transversales, como son las que están trabajando de manera conjunta con el Ministerio de Salud. En esta línea, prontamente se abrirá un espacio de autoformación con foco en docentes y asistentes educativos.
Por lo pronto, se ha mencionado la reactivación educativa como una gran causa país y, en este sentido, no solamente el Ministerio de Educación puede llevar a cabo la implementación, por eso existe un trabajo intersectorial con los ministerios de Salud, del Trabajo, Desarrollo Social y otros actores de la sociedad.
