Mario Henríquez Rivadeneira, de 54 años, imputado del femicidio de Francisca Astudillo Ávila, 28 la que degolló el 6 de noviembre del 2015 en Illapel por problemas sentimentales, fue arrestado por la Policía de Investigaciones, PDI, en la ciudad de La Calera de la Región de Valparaíso, luego de permanecer más de un año prófugo de la justicia.
La diligencias indagatorias de la Brigada de Investigación Criminal, Bicrim y de la Brigada de Homicidios, que partieron el 2015 y continuaron hasta la fecha, permitieron definir que Henríquez, tras el crimen, logró esconderse en distintos puntos de Illapel ya que tenía domicilio en El Peral, por lo que es un conocedor de la comuna en donde tiene familiares que lo habría ayudado a escapar a pesar de la intensa búsqueda policial.
Pero los detectives en esta semana, lograron establecer que el prófugo estaba radicado en La Calera, por lo que con efectivos de brigadas de esa esa ciudad montaron un operativo de captura el que permitió aprehenderlo sin mayor resistencia cuando iba a laboraba en un taller de albañilería.
Tras el control de detención en el Juzgado calerano, Henríquez, fue remitido al Juzgado de Garantía de Illapel en el que será procesado por el Ministerio Público.
Celos gatillaron
el femicidio
El hecho de sangre que causó alto impacto en la comunidad illapelina, según los antecedentes recabados por las autoridades, ocurrió en la noche del 6 de noviembre del 2015 en una casa derruida de la céntrica calle Independencia.
En esa vivienda Francisca Astudillo, madre de un hijo adolescente y dos niños pequeños, que estaban al cuidado de otros familiares, debido a que tenía problemas de adicción a las drogas, ejercía el comercio sexual, debido a que su pareja, padre de sus hijos menores no contaba con trabajo debido a que contaba con antecedentes penales previos por robo.
A esa vivienda llegó Henríquez, que comenzó a discutir con Astudillo, a la que conocía tras tener encuentros sexuales previos durante años, ya que estaba en compañía de un hombre joven, el que procedió a retirarse al ser encarado.
Molesto y presa de los celos, Henríquez, que tenía una aparente obsesión por la joven, salió a la calle, pero instantes después, retornó con un afilado cuchillo con el que le asestó un profundo corte en el cuello a la mujer, cercenándole músculos y arterias, heridas que le provocaron la muerte en el mismo inmueble.