En Salamanca han tenido que «reconstruir hasta el espíritu»

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salaSon las tres de la tarde y una retroexcavadora demuele las paredes agrietadas de una casa esquina, al costado una decena de militares esperan entrar en acción para remover escombros en la comuna de Salamanca. Curiosos miran las maniobras de la pesada máquina, mientras al fondo  una familia ve esta escena sin poder hacer nada más que resignarse.
Es que el terremoto del pasado 16 de septiembre no sólo causó daños de infraestructura en cerca de 500 hogares de esta comuna, sino que  también persiste el daño psicológico y emocional que convive entre niños y adultos. Un «estrés post traumático» los llaman los expertos, el cual es  acompañado de miedo, trastorno del sueño o pesadillas asociados a lo ocurrido.
Ha transcurrido más de un mes de aquel suceso, tras lo cual  un equipo clínico compuesto por psicólogos y psiquiatras de la Universidad Católica, del Centro de Estudios y Promoción del Buen Trato se trasladó hasta Salamanca, gracias a una gestión realizada por el programa Viva Salamanca, iniciativa público privada entre Minera Los Pelambres y la Municipalidad de Salamanca.
La delegación fue liderada por la psicóloga Ana María Arón, con vasta experiencia en esta materia, quien trabajó con la gente luego del terremoto y tsunami del 27F en el sur de Chile, el terremoto de Iquique, además de realizar el trabajo de contención emocional con el equipo del Buenos Días a Todos de TVN, tras el accidente aéreo en el archipiélago de Juan Fernández.
«La intervención consiste en entregarle a la gente un par de conceptos para que ayuden a entender lo que está pasando, pero por sobre todo crear un espacio para que cada persona pueda compartir con sus pares dos cosas;  lo que les pasó y ver qué es lo que les está pasando en la actualidad», explica la psicóloga Arón.
Funcionarios municipales, dirigentes sociales, profesores y alumnos de diversos establecimientos educacionales, además de trabajadores de Minera Los Pelambres, su fundación y funcionarios de la salud, han sido parte de estos talleres de contención emocional. Como la doctora cubana Daimery Duragnon, quien vivió su primer terremoto. «Es una experiencia difícil de explicar, porque mi país es un país tropical donde nunca había vivido lo que es un terremoto», comenta, aún con asombro, esta profesional al recordar aquella tarde.
«Hoy aprendimos  bastante, para saber cómo tenemos que seguir tratando a los pacientes, y a la vez, ayudarnos a nosotros mismos, porque pensamos que estamos bien y cuando nos revisamos nos damos cuenta que no estamos del todo tan bien emocionalmente», dice Daimery.
Una situación de la cual no han podido desligarse los funcionarios municipales, quienes desde el primer día han estado enfrentando la emergencia y las necesidades de la comuna. «Este tipo de terapia a uno lo va conectando con la parte interna nuestra, que muchas veces en el diario trabajo va quedando de lado, por eso este tipo de taller psicológico fue como conectarte contigo mismo», agrega Flor Flores, asistente social de la Municipalidad de Salamanca.
Pero por qué son tan necesarias este tipo de intervenciones tras una catástrofe de la naturaleza. Para la psicóloga Ana María Arón, «lo primero que le pasa a una comunidad es el shock, en segundo lugar viene una etapa que se ha descrito como luna de miel, que es cuando llegan todas las autoridades, los medios de comunicación, la ayuda internacional, y es donde sentimos que todo el mundo se preocupa de nosotros», explica la especialista, pero advierte que después viene «lo más complejo».

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