Una escultura firmada por Alberto Giacometti (1901-1966) fue vendida en Nueva York en 50 millones de dólares, ubicándose como la estrella de la subasta de arte moderno y contemporáneo realizada anoche por Sotheby’s, y que incluyó piezas de Picasso, Balla y Monet.
La casa de subastas vendió “Grande tete mince” (1955) del artista italiano en exactos 50,005 millones de dólares, incluyendo impuestos y comisiones (44,5 millones a precio de martillo), acertando así las previsiones que realizara en las horas previas, y que auguraban un precio de entre 35 y 50 millones.
La escultura de bronce, de 65 centímetros, y también conocida como “Grande tete de Diego”, representa el busto del hermano del artista, Diego, con el rostro de perfil, puesto que pese a ser una figura tridimensional, Giacometti la talló casi sin profundidad, por lo que al ser observada de frente la cara se ve exageradamente delgada.
Esto hace de “Grand tete mince” la escultura más “radical formalmente, atractiva visualmente e impactante emocionalmente” entre todas las representaciones humanas del italiano, según el catálogo de Sotheby’s.
Tras la pieza de Giacometti, el lote mejor pagado de la subasta de arte moderno e impresionista en Nueva York fue el cuadro “Tete de femme” (1935), del artista español Pablo Picasso, que casi alcanzó los 40 millones de dólares.
La pintura de Picasso se vendió por 39,925 millones de dólares (35,5 millones a precio de martillo), muy por encima de lo previsto inicialmente por la casa de subastas, que había fijado para este cuadro entre 20 y 30 millones de dólares.
“Tete de femme” es un retrato al óleo de la que fuera amante del pintor malagueño durante la década de 1930, Marie-Thérèse Walter, muy colorido y con un profundo simbolismo sexual, pues las tesis de la psique freudianas se encontraban entonces en su punto de mayor influencia entre los vanguardistas.
Otro Picasso fue la tercera obra por la que más se pagó en Sotheby’s, en este caso por el lienzo “Mousquetaire à la pipe”, que alcanzó los 30,965 millones de dólares (27,5 millones a precio de martillo), también muy por encima de las estimaciones de entre 12 y 18 millones.
La pintura de 1969, perteneciente a la última etapa del artista, muestra a un mosquetero ataviado con sombrero con pluma sentado y fumando una pipa, en un lienzo dominado por los colores rojo y amarillo, y que buscaba ser un tributo a los retratos de grandes personajes de dos pintores a quienes Picasso había idolatrado toda su vida: Velázquez y Rembrandt.