«Esto que está pasando es mucho más fuerte que el tsunami»

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Locatarios de la caleta de Coquimbo se encuentran en una compleja situación debido al estallido social, que este 18 de diciembre cumplirá dos meses, que ha traído consigo una baja considerable de turistas. Y como en otros sectores, también han tenido que desvincular gente. «Si antes teníamos dos trabajadores, otros locales tres, ahora estamos con uno, y eso se ha visto en el sindicato, donde somos casi 60 locatarios».

Los trabajadores de la caleta de Coquimbo miran con resignación cómo un grupo de manifestantes avanza para reunirse en algún punto de la ciudad. Es martes, y con las manos en los bolsillos solamente miran. Y les entregan ánimo, «ya que nosotros apoyamos el estallido social y las demandas», cuenta don Mario, de 55 años, y con más de 40 en la caleta.

Él, como muchos otros, sabe muy bien como se viene el panorama debido a las protestas y la baja de turistas. Aunque avisa: «confiamos en que la realidad pueda mejorar».
Claro, la suerte les ha jugado a su favor, en el sentido que sus locales no han sido saqueados ni incendiados en medio de las trifulcas de manifestantes con Carabineros. Pero, de todas formas, la devastación se ve diariamente.

Este 18 de octubre se cumplirán dos meses de manifestaciones, y los clientes y turistas, especialmente en la semana, no abundan. Ellos no tienen clientes y deben abrir en horarios acotados. Lo peor, dicen, es que la situación no parece cambiar e intentan maximizar las pocas ventas que tendrán en el día.

40 AÑOS EN LA CALETA

«Llevo 40 años en la caleta, y debido a toda esta situación nos ha ido bastante mal, eso es verdad, aunque estamos apoyando todo lo que está pasando y las demandas sociales, porque nos sirven. Así que mientras tanto hay que esperar que mejore, no nos queda otra», cuenta Mario, mientras lo mira con atención Pedro González, su vecino, y que frunce el ceño cada vez que lo oye hablar.

Por ejemplo, reconoce que en este tiempo han acumulado un déficit de un 50% en sus ventas, «y eso que estamos en temporada de fiestas, donde en otros años nos ha ido mejor, pues andaba harta gente y mucho argentino. Pero esta vez ha sido diferente: no hay nadie, y eso es lo que está pasando…».

Cuenta que a la caleta llegó a trabajar cuando aún era un niño, como muchos, y por eso sabe -aunque espera equivocarse- cuando el panorama se viene oscuro.

«Veremos que ocurre desde el 15 de diciembre en adelante, ya que en esos días sabremos altiro como se viene la situación: o sube o se mantiene a la baja, pero hasta ahora, la verdad, creo que no mejorará».

Menos ayudantes

Pero no son solamente ellos quienes lo están pasando mal, sino que también sus trabajadores, sus eternos colaboradores.

«Imagínate que muchos locatarios tenemos ayudantes que trabajan por un sueldo, por tanto nos vaya bien o mal debemos responderles, pagarles. Sin embargo, ahora tuvimos que despedir personas, ya que las ventas no nos están dando. Si antes teníamos dos trabajadores, otros locales tres, ahora estamos con uno, y eso se ha visto en el sindicato, donde somos casi 60 locatarios».

Endeudados hasta los ojos

Pedro González lleva 25 años en la caleta y en todo este tiempo reconoce que ha tenido que sortear buenos momentos, pero también malos. Y muy malos, como lo que ocurrió en septiembre de 2015 con el terremoto y posterior tsunami.

Pero, es tajante cuando afirma que «lo que está pasando ahora es mucho más fuerte que el tsunami, ya que desde que comenzó este revuelo cada día ha sido más bajo el tema de las ventas. Ya estamos endeudados hasta los ojos…».

Explica que «debemos a bancos, tiendas, y lo que estamos vendiendo lamentablemente nos está alcanzando para pagar algunas cosas, y en el local al ayudante, que no tiene la culpa de lo que uno está pasando, porque a ellos hay que saber responderles. Y claro, hay veces en que le bajamos el sueldo cuando está muy malo, como los días lunes, por ejemplo, que es imposible, lo mismo que los días martes. ¿Le soy sincero? En esos días no logramos vender ni veinte mil pesos y el puro ayudante se lleva quince mil, ¿entiende?
También tenemos que pagar hielo, que son tres sacos y sale 12 mil pesos, y tenemos a todos y hay que darles una mosquita para que no se vayan gritando, así que ha sido muy complicado el panorama con nosotros en la caleta.

Creemos que la gente no quiere comprar, no quiere consumir, la gente está asustada…».

Esos días todos logran tener un repunte, «pero de todas formas es muy pequeño, pues de todo el dinero que logras juntar debes pagarles a los cobradores, y todo comenzó un viernes 18 de octubre. Pero en la caleta el bajón llegó cerca de dos semanas después. Antes, todo era normal.

«La baja de público llegó como a las dos semanas después que se iniciaran las protestas, y fue cuando vino un bajón tremendo. Pero nosotros hablábamos y pensábamos que esto iba a quedar ahí, en un par de días, pero finalmente no fue así. Ya vamos a cumplir los dos meses en este estado. ¿Sabe? Yo pagaba un millón y a veces más en puras letras, mientras que ahora con ‘cuea’ pago 200 lucas, así que estoy encalillado hasta el cogote… Y además está saliendo el sol, que echa a perder todo el pescado, el marisco, los jureles…».

Bajón tremendo

Respecto a la ayuda de las autoridades, no se explaya mucho. «No hemos tenido ninguna ayuda; han venido, se dan sus vueltas, pero nada. Saben que está mala la situación».
A unos metros está el local K-chicha, y Jorge Araya, de 29 años y cinco en la caleta, limpia sus productos. Mientras lo hace, conversa con Diario La Región.

Sus palabras coinciden con las de los demás. Menciona que han bajado mucho las ventas durante la semana y que los días viernes, sábado y domingo «se hace algo, pero igual está todo muy lento, no como en otros años y a la misma fecha».

Ríe y dice que «hay mucho pescado, pero no hay ventas».
Revela que «a nosotros nos ha bajado casi en un 60% las ventas durante la semana, y como ejemplo, de vender cien, estamos vendiendo casi veinte. Y para peor se han visto menos turistas, y parece que no quieren venir».

Con esperanza, como los demás, confía en que la última semana de diciembre sea mejor, debido a que es cuando la gente comienza a llegar a pasar las fiestas de fin de año y, obviamente, compra el marisco para el primero de enero.

«En esos días llega harto turista, entonces esperemos que comience el repunte, debido a que si lo comparamos con el año pasado, y a la misma fecha, en verdad que ha bajado un montón. Hoy estamos vendiendo para darnos vuelta y no para ganar, y eso ha pasado en estos dos últimos meses. Quizás la gente no quiere comprar y está guardando la plata por otra cosa…».

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