Ex residente del Hogar Redes: «Mi querella es contra religiosas que fundaron el hogar…».

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En su libro «Mi infierno en el Sename», relatado en primera persona, Edison Gallardo cuenta su historia cuando era interno del Hogar Redes de Coquimbo, dependiente justamente del Sename, hace ya muchos años. En él, relata cómo día a día tuvo que luchar para salir con vida. Aunque, claro está, con muchas marcas tanto físicas y psicológicas «que hoy me tienen en una terapia de reparación».

Debido a los «golpes constantes, a las vulneraciones verbales, físicas y a los abusos cometidos ahí», es que junto a otros ex residentes decidió interponer una querella en la ciudad de Coquimbo, la que fue admitida a tramitación el día lunes y ahora le van a designar un fiscal…».

En ella, dice que busca justicia en nombre de los niños que viven al interior de los establecimientos, aunque no es directamente contra el Hogar Redes, «sino contra las religiosas que fundaron el hogar, contra la congregación…».

Reconoce que «nunca pensé llegar a estas instancias, pero con esta querella espero poder reivindicar los derechos que teníamos nosotros como niños. Con esto quiero que se termine de una vez por todas la visión de caridad y que se deje de ver al menor como un mero objeto de intervención y que comience a ser visto como un sujeto de derecho».

Junto a Diario La Región, Edison (41) reconstruyó cómo fue esa vida, que hoy ha querido olvidar, pero que por diversos motivos no ha podido, porque siempre hay algo que le hace recordar, que le hace abrir las heridas del pasado.

No había cumpleaños…

El Hogar Redes fue creado el 25 de diciembre de 1979 por la madre Gregoria Cicarelli -nombre que hoy llevaría la plazuela ubicada al interior de la Cruz del Tercer Milenio y que hoy se llama Monseñor Bernardino Piñera- fundadora de las Hermanas Franciscanas Misioneras de Jesús, a la que Edison llegó cuando aún no cumplía los cinco años, pero que no sabe cuándo se marchó. Pues sólo recuerda que fue en su adolescencia, un día cualquiera.
«A nosotros no nos festejaban los cumpleaños, por tanto tampoco teníamos mucho conocimiento con respecto al paso del tiempo, así que es muy difícil entregar una edad exacta. Lo único que recuerdo es que durante ese año vino Juan Pablo II, por lo que ha sido muy complejo enfocarme en ello, debido a que es parte del daño precisamente de no tener una historia. Lo que hicieron con nosotros fue arrebatarnos la identidad, que con el tiempo hemos tenido que recrear. Después me trasladaron, ya cercano a mi adolescencia, a un hogar que se llamaba Centro de Menores de La Pampilla, que es precisamente donde hoy está instalada la residencia Oscar Pereira», rememora.

Gallardo, hoy radicado en otra ciudad, asegura sin tapujos que «la ciudad portuaria está muy abandonada en cuanto a trabajos con niños y adolescentes, sobre todo por la actual directora regional, quien ha permitido gran parte, e incluso en la actualidad, las vulneraciones a niños, niñas y adolescentes, independientemente que intente ella mostrar lo contrario. Yo estaba al cuidado de ellas y el cuidado fue completamente negligente, por tanto pido que dejen de tener esta visión de caridad, que es como que si ellas -las religiosas- nos hicieron un favor, cuando el Estado estaba subvencionando nuestro cuidado, y este cuidado, insisto, era muy negligente, pues nos tenían sin la ropa adecuada, en invierno sobre todo. También estábamos sin salud y recibíamos golpes constantemente, y abusos, así que esto tiene que terminar, y dejar totalmente en claro que no pueden seguir cuidando niños».

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