Abraham Schnaiderman Volosky, químico farmacéutico de Farmacia Peralta de Coquimbo, con vasta trayectoria en el rubro, en diálogo con Diario LA REGIÓN, valoró la creación de farmacias «populares» creadas por los municipios, a las que calificó como una respuesta a una necesidad de la comunidad nacional creada por el Estado chileno desde hace cerca de cuatro décadas.
En esa fecha de acuerdo al profesional de la salud fue regulado, a su juicio «de mala forma» el trabajo del gremio al que pertenece para propiciar la instalación de las actuales grandes cadenas de farmacias que pasaron a crear el actual sistema de fijación de precios de los medicamentos.
«No puedo creer que en este siglo XXI que personas crean que un ser humano debe padecer dolores y angustia, cuando hay un derecho consagrado a la salud con un bienestar físico y mental regulado por la Organización Mundial de la Salud en que Chile firmó ese acuerdo, y no puede haber dos conceptos porque alguien enfermo debe tener solución ya».
Remarcó que las dificultades por las que pasan los habitantes más humildes del país para adquirir medicamentos por los elevados precios nace de la gestión del Estado. «Al químico farmacéutico hace 40 años se le robó en Chile su farmacia, su local que venía de su familia en algunos casos y se las quitaron de un plumazo porque a alguien se le ocurrió que la farmacia no tiene que tener lado ético, así al farmacéutico se le quitó la ley de circuito y así yo por ejemplo sí quedé con una farmacia en una esquina alrededor, fueron instaladas 7 farmacias de cadena, por eso aún no me explico cuando alguien dispuso esto quitando la ética».
En ese sentido, recordó que el actual sistema de farmacias no da pie para la solidaridad, otro de los aspectos que Schnaiderman cree que será revindicado con las farmacias «populares». «Tú te imaginas dejar un ciudadano de nuestro Coquimbo con dolor, porque yo no tengo corazón para hacerlo y recuerdo cuando no hace mucho tiempo cuando llegó una ancianito de 84 años a buscar atención y como había más gente le dije espéreme sentado un ratito y me tuvo que esperar porque estaba atendiendo a otras personas y cuando me acerqué me dice don Abraham, tengo dolores terribles y ni puedo pararme de la silla, y ahí yo mismo le di un par de analgésicos y le despaché la receta y le hice un masaje en el cuello donde le dolía, y con su cara sin decirme nada, noté que quería saber cuánto me debía, y yo le dije nada, porque me dio la oportunidad de poder ayudarlo y le dije tómese estos remedios mientras va al doctor y él me sonrió y como que salió flotando de alegría sin mayor problema, y eso es lo que no vemos en este sistema».
Sobre el motivo por el que los grandes laboratorios laboran con altos valores en los medicamentos, el profesional indicó en base a la experiencia que posee que todo obedece a la búsqueda de obtener ganancias, sin importarles las personas. «Hay que decir que yo con 43 años de trabajo tengo un recetario magistral en que puedo hacer medicamentos a costo bajísimo y yo tengo un medicamento que vale cerca de 79 mil pesos cuando hay uno similar que tengo que vale 17 mil pesos, pero si un químico farmacéutico lo fabricara con buenos insumos se puede hacer por 30 pesos y al igual que este medicamento ninguno debería costar más porque con un kilo de sustancia base se puede hacer un millón de tabletas de un miligramo. Por esto tenemos que decir que los encargados de los laboratorios no son médicos ni nada».
Schnaiderman, como una propuesta de apoyo a las farmacias de los municipios, propone volver a permitir a los farmacéuticos producir medicamentos para satisfacer la demanda de la comunidad. «Si a nosotros nos dieran el permiso en base al reglamento que tienen la droguerías argentinas que era el nuestro, en que su recetario está aprobado hubiéramos transformado el sistema de farmacia que tenemos, porque hay una ley estúpida que no nos deja comprar equipos para nuestra labor como un liofilizador que con presión y temperatura bajo 40 grados reduce a polvo una naranja u otra planta medicinal para usarla como base para un medicamento, segundo no permiten tener máquinas para hacer comprimidos que hasta funcionan con una manivela si hay un corte de luz, pero el reglamento de salud nuestro no nos deja tenerla para fabricar cosas que aprendimos en nuestra profesión».