Desde Huachalalume, donde desde este miércoles está acuartelado tras el paro que comenzó el lunes, después de la nula respuesta que han tenido por parte del Gobierno, cuenta todas las penurias que tiene que pasar no sólo él y sus colegas, sino que también sus familiares, quienes sufren cada vez que los ven salir de sus casas para ir a cumplir con su turno, el que muchas veces supera las horas que legalmente corresponden, «porque no saben si volveremos», reconoce.
Dicen que gran parte de la precariedad es una consecuencia de las pésimas condiciones carcelarias que se vive en el país. Y si los internos viven mal, los gendarmes también. Y eso lo corrobora Yokan, cabo segundo y secretario de Anfup.
«Acá siempre se valora el trabajo de Carabineros y también de la Policía de Investigaciones, que por cierto se respeta y valora, pero nosotros como Gendarmería somos una empresa fundamental en la custodia de las personas que están privadas de libertad, pero lamentablemente tenemos muy malas condiciones, por ejemplo, en lo que respecta al equipamiento de personal, donde el funcionario tiene que sacar de sus propios recursos para poder comprarse botas, chalecos, ropa para el invierno y también para el verano».
Para él y el resto de los funcionarios, una situación que los acongoja es la familiar, la que muchas veces dejan de lado por las extenuantes jornadas que deben cumplir como gendarmes.
«Tengo un hijo de 9 años que se va al colegio a las 8 de la mañana y sale a las 3 y cuando llego a la casa, a eso de las 7 u 8 de la noche, lo veo una hora y eso sería…Y al otro día lo mismo. Entonces uno entrega poco a la familia y mucho al servicio. Y por eso, la familia es la que más se preocupa y lo pasa mal, puesto que no saben si es que uno llegará a la casa una vez que cumpla con su turno, porque también las condiciones diarias son complejas, ya que tenemos una gran cantidad de agresiones y amenazas de muerte por parte de los internos, donde todo después queda en unas disculpas públicas y más allá de su condena, no hay nada más para las personas que nos agreden o amenazan de muerte». Además de la gran cantidad de internos para la dotación de Gendarmería, existe otro problema: los sistemas de turnos «inhumanos».
«Uno como gendarme aprende a conocer lo bueno y lo malo. El temple que tiene uno se fortalece cada días más con las situaciones que uno debe vivir en un penal, considerando que los primeros años de servicio son las garitas y los puestos de centinela, donde uno llega a trabajar hasta 40 días por uno de descanso, situación que hasta el día de hoy sigue pasando. Todo esto significa dejar la familia de lado, considerando la gran cantidad de días que trabajamos acá».
En Santiago, en la Penitenciaria, algunos gendarmes comenzaron con la huelga de hambre como una manera de radicalizar las posturas en torno al paro que hoy cumplió su quinto día.