El 14 de julio recién pasado, el país sumó dos nuevos sitios Ramsar, los “Humedales de Monkul”, en el sur de Chile, y El “Humedal del río Limarí”, de acuerdo a información divulgada por la página web de la Convención:https://www.ramsar.org/
Este sector, desde Salala hasta su llegada al mar,contempla una extensión de 17 km. La desembocadura es un atractivo turístico local situado en el borde sur del Parque Nacional Fray Jorge. El nombre de Salala -un pequeño poblado situado a 38 km de Ovalle, capital de la provincia de Limarí- es recordado cada 12 de febrero porque en 1817 se vivió allí una importante batalla por la Independencia Nacional.
Para esta designación se tuvo en cuenta que este humedal es “de gran importancia debido a su amplia biodiversidad biológica sustentando a más de 130 especies de animales y plantas”. Provee hábitat para especies endémicas incluyendo 32 especies de plantas como el copao y 16 especies de animales incluyendo la lisa, la iguana chilena, el cururo y el sapo de Atacama, una especie clasificada como vulnerable según la lista roja de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Para Diego Luna Quevedo, especialista en Conservación de la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, se trata de una buena noticia. “La región de Coquimbo se inserta en una de las 25 zonas ‘hot spots’ con mayor diversidad del mundo, albergando una extensa y compleja red de humedales costeros de alta biodiversidad y endemismo, amenazados actualmente por impactos del desarrollo, el cambio climático y la desertificación”.
La inclusión del Río Limarí en la lista Ramsar permite reconocer su valor biológico y de los servicios ecosistémicos que presta; como por ejemplo mantenimiento del microclima local, infiltración a acuíferos, protección de la línea de costa, y retención y remoción de sedimentos, entre otros. Además, alberga una rica diversidad biológica como zona de reproducción, descanso y alimentación de aves migratorias y permite sostener formas de vida de las comunidades humanas del entorno, en la producción de alimentos y como fuente de agua.
Estas zonas protegidas pasan a formar parte de una nueva categoría en el plano nacional, y la comunidad internacional reconoce que tienen un valor significativo no sólo para la o las naciones donde se encuentran, sino también para toda la humanidad. Es decir, en este caso, el Estado de Chile como parte contratante de la Convención tiene ahora la obligación de implementar allí las medidas para asegurar la mantención de las condiciones ecológicas y su uso racional.
Nuestro país forma parte de la Convención Ramsar desde 1981 cuando el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, en la Región de Los Ríos, fue declarado sitio Ramsar. Desde entonces se han declarado como tales 13 ecosistemas, de los cuales 9 están a cargo de CONAF, 3 son administrados por privados y 1 se encuentra bajo la tutela del Ministerio de Medio Ambiente, según informa la propia cartera.
Diego Luna señala que esta designación configura apenas el hito inicial de un proceso. “Según las directrices de la Convención el primer paso debe ser el diseño participativo de un plan que defina claramente los objetivos de conservación y manejo del área, determine y se haga cargo de los factores que están afectando (o pueden afectar) sus características ecológicas, permita resolver conflictos de uso y defina las necesidades de monitoreo de los principales objetos de conservación”, enfatiza.
Este proceso de planificación y su implementación, implica la participación directa de las comunidades locales y el diseño de un mecanismo de gobernanza que permita articular la gestión del área en base a acuerdos y trabajo colaborativo entre actores clave e interesados directos.
Según otros especialistas en la materia, entre los ecosistemas naturales más amenazados del planeta están los humedales que, a pesar de su reconocida importancia, son poco valorados, lo que cobra mayor relevancia en Chile donde además hay escasa información sobre este tipo de ambientes. Así lo sostuvieron Ricardo Figueroa, María Luisa Suarez, Asunción Andreu, Víctor H. Ruiz y María R. Vidal –Abarca, investigadores de universidades de Chile y España en un artículo publicado en 2009.
Diversas organizaciones y entidades regionales y nacionales mantienen su preocupación por la conservación de estos lugares. Una expresión de ello es la editorial de la Universidad de La Serena que publicó en marzo de este año, el libro “Humedales costeros de la Región de Coquimbo. Biodiversidad, vulnerabilidad & conservación”, cuyos editores son los académicos Carlos Zuleta Ramos y Manuel Contreras López. Ver breve entrevista al profesor Zuleta aquí:https://www.elobservatodo.cl/noticia/sociedad/ambiente-es-posible-evitar-el-apocalipsis