De los cuatro menores que se escaparon la semana pasada del hogar Laura Vicuña, dos fueron derivados a Ovalle, una regresó al centro y otra menor sigue con paradero desconocido. Por lo mismo, la directora regional del Sename, Verónica Zarate, reconoció que llegarán «a un término del convenio con la institución», y que buscarán «otro organismo colaborador que pueda atender las necesidades de niños y niñas de la provincia del Choapa».
Lo intentaron el domingo 6 de octubre. Cuatro menores de edad se fugaron del Hogar Laura Vicuña en Los Vilos buscando, seguramente en la calle, su verdadero hogar.
Con las horas fueron encontrados vagando por la carretera y regresados al recinto, dependiente del Sename.
Sin embargo, al día siguiente la historia se volvió a repetir, y con los mismos protagonistas: tres niñas y un varón de 12 años, con edades que fluctúan entre los 11 y 14 años. Aunque esta vez sí lograron escapar.
Haciendo dedo, tomaron un vehículo que los trajo a La Serena, donde estuvieron hasta el día jueves. Ese día, quizás dónde, al saber que eran buscados por la policía, tres de los menores, entre ellos dos hermanitos, se dirigieron a la comisaría para «entregarse».
Dos fueron derivados a Ovalle y la otra menor a Los Vilos, pero con el temor cierto de volver a un hogar que no sólo ha presentado este caso de fugas con los testimonios de estos niños, los que se hicieron viral en redes sociales, sino que también porque existen casos de abuso sexual, como el ocurrido en septiembre del 2018 por un sacerdote, que este año el Tribunal de Ovalle lo condenó a la pena de 818 días de presidio, aunque con el beneficio de libertad vigilada intensiva.
Ha pasado más de una semana y de una de las menores nada se sabe. Y difícilmente se sepa. Del hogar, cuya directora es la hermana Isabel Marín Zamora, no quisieron referirse al tema. «La vocería la tiene Sename regional», dijeron a través del teléfono.
Acá, la directora regional, Verónica Zarate, – en la foto- lamentó lo sucedido, argumentando que «cuando se presenta este tipo de situaciones los centros residenciales aplican protocolos que incluyen dar aviso a los tribunales de familia. De esa manera se activan las acciones para dar con la ubicación de los niños, entre ellas la orden de búsqueda por parte de Carabineros y la PDI».
Respecto a los malos antecedentes que tiene el hogar, además de los constantes escapes de menores, afirmó que «cuando existen situaciones de abandono de sistema residencial, se aplican protocolos para evitar la recurrencia de estos eventos a fin de evitar que los niños se encuentre expuestos a situaciones de riesgo. Sin embargo, esta residencia ha presentado deficiencias técnicas, no ajustándose a los lineamientos actuales del Sename, lo que ha llevado a definir un proceso de término de convenio con la institución y la búsqueda de otro organismo colaborador que pueda atender las necesidades de niños y niñas de la provincia del Choapa».
En relación a la menor de la que se ignora su paradero, sostuvo que «la niña sigue con orden de búsqueda emanada por el tribunal de familia, y Sename mantiene contacto permanente con las policías a fin de que la niña sea encontrada».
¿Qué ocurre con ellos? Paloma Zaninovic, de la Sociedad Civil por la Infancia, agrupación que reúne a dirigentes sociales desde Arica a Punta Arenas, explica que «cuando un niño huye del Sename, el hogar en cuestión está obligado a avisar a la brevedad a los tribunales de familia, y este, a su vez, debe emitir a Carabineros una orden de búsqueda y recogimiento. Y esto se hace ahora, ya que hace algunos años no se realizaba este procedimiento, ¿pues para qué se iba a hacer si los niños iban y venían?».
Sin embargo, y en hechos como estos, lo preocupante es que «en muchos casos sus desapariciones fueron porque han sido reclutados por redes de crimen organizado, ya sea de tráfico de drogas como soldados o de explotación sexual. Por lo tanto, o el Gobierno rescata a los niños, niñas o adolescentes en situación de calle, o se los entregamos de alimento a las redes de crimen organizado que ya vemos como se han enraizado en nuestro país en la última década. Lo positivo es que el Gobierno ha demostrado una voluntad de hacer lo correcto respecto a los niños, pero el problema es la natural lentitud de las instituciones y la voluntad de quienes trabajan en ellas, como vemos acá en la región».
Pamela, que en más de una oportunidad a expuesto esta situación en la Comisión Investigadora de Niños Extraviados, que se formó en el mes de junio en el Congreso justamente debido al alto número de menores desaparecidos, sostuvo que «si bien el lema ‘Los Niños Primero’ ha sido la más noble consigna de este gobierno, es también el mayor desafío. Esto, por la problemática de cambiar la forma de enfocar los temas de infancia de quienes históricamente han estado al cuidado de ella. No olvidemos que han incurrido en delitos y faltas a los derechos humanos de los niños en todos los hogares del Estado y organismos colaboradores, (Informe de la PDI de la Fuerza de Trabajo de Sename, de 27 tomos) y, por ende, pareciera ser que la gente que trabaja dirigiendo esto desde la antigua forma de administrar los problemas de infancia, aún sigue bajo las mismas prácticas de encubrimiento de los abusos y delitos al interior de los hogares».
Respecto a que si estos niños vuelven una vez que se arrancan, reconoce que es relativo, «ya que antes no sabíamos cuántos niños teníamos en el sistema de protección ni en el de reinserción social. Lo que sí se puede saber es que del año 2010 en adelante tenemos cerca de 50 mil niños desaparecidos con órdenes de búsqueda y recogimiento. Sin embargo, un policía dijo que existen niños que se repiten hasta 11 veces, entonces seamos generosos con el Sename y pongamos que los niños en promedio se desaparecen 10 veces cada uno, que van y vuelven, aun así tenemos 5.500 niños desaparecidos y que no se sabe dónde están. Lo que nos dice el sistema de los Tribunales de Familia es que tenemos 55 mil órdenes de medida de protección, y a su vez una orden de búsqueda y recogimiento, y cuya orden no tiene cierre administrativo, lo que dice técnicamente que los niños están desaparecidos».
Son padres que buscan una respuesta, que luchan por saber qué fue lo que pasó con ellos. Algunos buscan desde hace dos meses, como el caso de Florencia Machado; otros desde hace 6 años, como el de Alan Solís. Sueltan globos y prenden velas. Y no dejan de mirar, buscando en cada cara que pasa una pista o una señal de lo que perdieron.