Un proceso característico de las costas chilenas, desde Valdivia hacia el norte, permite que la productividad del ecosistema marino sea alta. Se trata de las surgencias, un afloramiento de aguas subsuperficiales naturalmente ricas en nutrientes, bajas en oxígeno y altas en dióxido de carbono (CO2), que cerca de puntas o prominencias de la costa se potencian formando centros de las mismas características. Uno de ellos está ubicado en Punta Lengua de Vaca en la Bahía de Tongoy y conforma uno de los centros más importantes de surgencia en Chile.
Aun cuando la productividad de esta zona es muy alta, en la última década las mediciones realizadas en la Bahía de Tongoy no alcanzaron los niveles esperados. Una posible hipótesis para explicar esta situación puede ser la deficiencia del micronutriente hierro.
Desde el año 2014, investigadores de diferentes centros científicos colaboran en un estudio que busca determinar el posible efecto de la incorporación de hierro en ambientes marinos, y así verificar si la productividad del agua frente a la costa de la Región de Coquimbo está realmente limitada por hierro o no. El proyecto titulado «Surgencia naturalmente alta en pCO2 en Chile: efectos en comunidades de fitoplancton, la Coccolithophore emiliania huxleyi e interacciones con hierro y micronutrientes», es financiado por recursos FONDECYT y dirigido por el Dr. Peter Von Dassow, investigador de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) y el Instituto Milenio de Oceanografía (IMO).
Según el científico, el hierro es muy abundante en la corteza terrestre, pero en grandes áreas del océano es escaso porque no es muy soluble en agua de mar. «Normalmente el agua cerca de la costa es relativamente rica en hierro, pero frente a Coquimbo, la plataforma continental es muy estrecha, entonces puede que el agua emergente no esté alcanzando a interactuar con el fondo para obtener hierro, sumado a que los vientos predominantes no vienen de una dirección que arrastre polvo con hierro desde el continente a la superficie del océano», explica.
El Dr. Victor Aguilera, investigador del centro científico CEAZA e IMO, asociado al proyecto, sostiene que el éxito biológico que pueden tener los organismos marino-bentónicos, varios de ellos recursos biológicos para la acuicultura regional, depende en gran medida de la bondad del medio ambiente marino; que está determinada por diferentes factores propios de cada lugar, pero también por la cantidad y calidad del alimento disponible para las larvas que posteriormente son concentradas y manejadas en los centros de cultivos.
Para el científico la investigación es relevante por la información local que se generará en cuanto a la caracterización del agua de mar, su composición e influencia en la producción.
«Los alcances de este estudio y la sinergia local e internacional que pueda estimular, involucra elementos no sólo biológico-ecológicos del ambiente marino frente a Chile, sino que también elementos de manejo territorial para una acuicultura sustentable», asegura.
Experimento
científico
Para el experimento se tomaron muestras de agua de diferentes puntos de la bahía, algunas desde la plataforma continental, lugar donde probablemente el agua ya ha recibido hierro, y otras fuera de la plataforma continental, cuya composición supuestamente, por tratarse de aguas de surgencias, no tendría hierro suficiente.
En total se llenaron ocho botellas con muestras, a cuatro se les añadió una solución de hierro y a otras cuatro no se les agregó nada. Se incubaron a temperaturas y luz semejantes a las que reciben en promedio las comunidades naturales en el océano, para luego comparar la acumulación de materia (clorofila, materia orgánica) y la fotofisiología del fitoplancton. «Si la hipótesis es correcta, va a haber más crecimiento de fitoplancton en las botellas con hierro, y estarían en mejor condición fisiológica», asegura el Dr. Von Dassow.
El experimento también permitirá comparar la respuesta de comunidades de fitoplancton a la adición o no de hierro. «Nos interesa ver si especies potencialmente nocivas o tóxicas responden más o no a la adición de hierro», señala.
El investigador adelanta que las primeras observaciones indican que algunas aguas tienen limitación por hierro, pero hay aguas de otros sitios que al final de la incubación no mostraron diferencias entre las que tenían o no hierro.
«Aún queda mucho trabajo por delante. Recién cuando tengamos los resultados listos podremos interpretarlos y compartirlos a la comunidad científica para validar la investigación. Sólo entonces podremos informarlo a la sociedad», aclara.
Ciencia apoyada por la empresa
El proyecto determinará además cómo las comunidades de fitoplancton que crecen con o sin hierro afectan a las larvas de ostión.
En esta línea, la empresa Invertec, productora de ostiones, se involucró en la iniciativa explicando detalles del proceso de cultivo larval del Ostión del Norte. Asimismo, facilitaron larvas para los experimentos, alimentación (microalgas) y están apoyando en la medición y registro de tallas de las larvas utilizadas para cada tratamiento.