La importancia de tejer redes: de la violencia familiar no se sale sola

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Fundación Mujer Renace trabaja desde 2021 entregando apoyo y compañía a mujeres violentadas por sus parejas en la comuna de La Serena.

Se aparecen de día o de noche. Llegan sin nada más que sus hijos y la esperanza de un futuro sin violencia. Así ha sido el caso de las más de 90 mujeres que durante el último tiempo han golpeado la puerta de la Fundación Mujer Renace.
Montserrat Pizarro es presidenta y fundadora y la idea parte después de la pandemia, en 2021. En su momento atendieron a más de 80 mujeres y hoy trabajan solo con 17. ¿El Motivo? La falta de recursos para seguir apoyándolas.
Es abogada de familia, pero especializada en adolescencia e infancia y, además, en violencia familiar y equidad de género, «y me di cuenta que la mayoría de las chiquillas tienen terapias grupales psicológicas y no siempre ayuda de un psiquiatra, y es imposible que una mujer que sufra violencia intrafamiliar no cuente con un psiquiatra o un psicólogo, pero de manera individual».
Desde un tiempo trabajan con tres profesionales, pero siempre con apoyos individuales para poder pagarles a los profesionales, en este caso médicos psiquiatras, «ya que mi labor es voluntaria, igual que la labor de la trabajadora social y de la psicóloga, que es experta en abusos sexuales de menores. Pero lo hacemos porque nos gusta. Y así surgió, porque creemos que en La Serena debe haber centros de reparación integral».

Empoderadas

Sin embargo, mantener la fundación no ha sido fácil. Pues reconoce que «hay que hacer todas estas cosas con dinero, porque las fundaciones son las que suplen lo que va a realizar el Estado y de esta manera llegar a una mayor cantidad de mujeres».
El inmueble y fundación se encuentra en calle Larraín Alcalde, «pero atendemos cuando la mujer llama, justamente porque no tenemos espacio, una oficina propia donde atenderlas. Pero la idea y nuestro desafío es seguir aumentando la ayuda, principalmente con un psiquiatra de cabecera».
Reconoce que son casos distintos los que reciben, pero todos con el mismo denominador común: un simple grito, que luego se transforma en algo mucho peor.
«Y eso es lo que no queremos normalizar, que un grito no se vea como algo normal. Porque que te griten ya es violento. Trabajé algún tiempo en el Sename, pero me di cuenta que no podía ayudar a los niños, sino ayudaba primero a sus madres. Porque un hijo con una mamá con depresión, que es permanentemente violentada, no puede crecer como un niño normal. Y de hacerlo crece en desventaja. La madre tiene que ser sana para que el hijo sea sano también. De lo contrario, ellos crecen viendo una mamá triste, una mamá que llora, una mamá deprimida. Yo quería dedicarme a los niños, pero ellos necesitan tener una madre que esté fuerte, que estén empoderada…».

Casos graves

Uno de los casos más difíciles que les ha tocado enfrentar ha sido el de una mujer que llegó a La Serena desde el sur, escapando de su expareja. Hoy se encuentra en una residencia de acogida, pero con el temor de que en algún momento la pueda encontrar.
«Ella arrancó de su marido que la intentó matar en dos ocasiones, pese a que tenía orden de alojamiento. Sin embargo, este sujeto sigue libre y sin ninguna condena penal. La idea era vender su propiedad en el sur y radicarse definitivamente en La Serena para poder rehacer su vida, pues tiene hijos mayores. Pero resulta que antes que la vendiera su expareja se la incendió y lo perdió todo. Y ella hoy continúa encerrada en una residencia sin poder tener una casa y un apoyo del Estado, que es lo que correspondería en estos casos que son de extrema gravedad».
Lo peor y más delicado, es que estas personas lamentablemente «continúan libres, porque en materia penal, la condena en violencia intrafamiliar es súper baja. Incluso es más alto el incendio que provocó. Justamente como en muchas ocasiones la violencia parte desde la infancia y adolescencia, es que iniciaremos charlas en los colegios y universidades, porque la idea es realizar clases de educación afectiva y no solo de educación sexual».

 

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