Fueron cuatro reuniones entre el edil y la empresa Inversiones Alta Cruz Ltda. De 10 millones, en un comienzo, al final el arriendo del Teatro Centenario quedó en $ 7,5 millones mensuales. No hubo garantías. El compromiso «es entre caballeros», dijo. Y agregó: «Cuando firmemos el contrato queremos que sea hasta 18 años y no creo que los concejales se opongan…»
La decisión de que el Teatro Centenario se despierte de nuevo y no sea ocupado para uso comercial, fue el corolario de una negociación salomónica -y bajo siete llaves- entre el alcalde Roberto Jacob y los representantes legales de Inversiones Alta Cruz Ltda., que en 2020 arrendaron el inmueble.
En total, cuatro reuniones. Todas en el mes de septiembre. La primera gracias a una amiga del edil, que en su calidad de corredora de propiedades hizo el nexo para el primer encuentro.
«Les hablé de la posibilidad de poder arrendar el teatro y ellos me dijeron que sí, dependiendo de cuanto estuviera dispuesto a pagar», cuenta el alcalde. Fue el primer acercamiento para que el municipio se quedara con la administración del recinto.
La empresa pedía por el puro recinto del teatro, en un inicio, 10 millones de pesos mensuales. Después se bajaron a nueve. Ambos entendieron que podían sacarle más provecho a un buen acuerdo que a la confrontación.
«Entonces en las siguientes reuniones consensuamos, les hice una oferta, pero no sólo por el teatro, sino que también por las cuatro o cinco oficinas, y llegamos a un acuerdo de 7 millones y medio de pesos mensuales y que es bastante más pagable para nosotros», explica.
De hecho, ya en la primera junta se convenció de que iba por buen camino, «de lo contrario no hubiese seguido», cuenta.
Y así, de repente, ya estaba todo cocinado. El Teatro Centenario, que en 2018 abrió sus puertas por última vez, pasaba a ser administrado por el municipio.
«Cuando uno ve que existe voluntad, y además no sólo arrendar el Teatro, sino que también algunas oficinas por el mismo precio, donde pienso que se debería ir Cultura, entonces pienso que hicimos un buen negocio. Y ojo que lo hicimos con el arrendatario, no con el arzobispado. No existe acuerdos con nadie, lo hizo el municipio, y los acuerdos vendrán ahora, todo consultado con los concejales, quienes serán parte importante en esto también».
Buena disposición
Hubo una reunión a mediados de septiembre entre el entonces delegado presidencial, Pablo Herman, junto al seremi de las Culturas, Francisco Varas, y miembros del arzobispado con el fin de acercar posturas.
Hasta este miércoles, cuando en el concejo municipal el alcalde entregó la información, nada se sabía de aquella reunión.
«Ellos mostraron muy buena disposición, y en realidad no querían tener más problemas por lo que se estaba hablando, así que prefirieron conversar con nosotros y llegar a un acuerdo, porque sabían que era algo que la gente lo sentía mucho. Y creo que en eso fueron bien conscientes, dado que en ellos primó la parte cultural».
No hubo garantías. El compromiso «es entre caballeros», avisa Jacob. Y destaca que «nos entregarán todas las batucas, también repondrán el mueble de la boletería, que al parecer lo habían sacado. Dio gusto negociar con ellos, porque mostraron una muy buena disposición y eso es importante, toda vez que en el plazo de un mes poder llegar a buen acuerdo en un tema que se había luchado tanto tiempo, es bueno. Claro que depende mucho de poder negociar con la verdad, porque si dices que dispones de esto y ellos se allanan a eso, es porque había disposición».
El acuerdo, hasta el día del concejo, era por cinco años. Sin embargo, «cuando firmemos el contrato queremos que sea hasta por 18 años, y no creo que los concejales se opongan. En los primeros cinco se mantiene el precio, y bueno, después se negociará con el IPC, quizás se hará en UF, pero eso se verá en cinco años más, cuando se tenga que negociar como en cualquier arriendo».
A 18 años
Insiste en que «conversé con los arrendatarios del arzobispado, no con el arzobispado», y que estas reuniones siempre «las mantuve muy en secreto, porque cuando uno negocia y eso se filtra, muchas veces fracasa, aparecen más interesados y se comienzan a jugar con el precio, así que lo mejor era negociar lo más tranquilo y reservado posible para que el negocio funcionara. Y a raíz de eso funcionó, y en primera instancia se arrendó por cinco años, pero estoy en conversaciones para ver si lo podemos aumentar a 18, ya que si vas a postular a algún proyecto nadie va a querer invertir plata en un arriendo por ese tiempo. Ya lo estoy hablando con los concejales y están de acuerdo de que hagamos el contrato por ese tiempo».
La cafetería no está incluida en el negocio y en las oficinas operativas se irá el Departamento de Cultura. «No he visto todavía las instalaciones, pero hice el negocio a ojos cerrados pensando más en la cultura que la infraestructura. Y el café quedó afuera, porque es otro precio y porque en definitiva no nos interesa y no queremos hacer negocio con esto. Ese es otro tema y no estamos de acuerdo con lucrar. No podemos desvirtuar lo que queremos, que es algo para la cultura…».
El contrato quiere tenerlo antes de un mes. En noviembre dejar todo listo, «luego hacer una visita con los concejales para que vean en qué estado está el Teatro y aporten ideas, porque esto no lo quiero hacer solo. Si bien las negociaciones las hice yo, hoy entran todos. No se le negará el espacio a nadie, y eso lo administrará el municipio, que quede claro. Negociamos solos, y sí vamos a hablar con cultura, que dijeron disponer de recursos para la restauración. Pero de igual manera con todos lo que en algún momento dijeron que estaban disponibles y quienes dijeron que iban a cooperar…»