Herido, pero con ánimo de luchar. La zona portuaria de Coquimbo, que resultara tan golpeada por el tsunami del 6 de septiembre, ha recibido las primeras llegadas de cargas pesqueras. Se trata de buques palangreros, dedicados a la extracción de pez espada, que al momento del desastre se encontraban mar adentro, en faenas de pesca, y que ahora vuelven para descargar su producto, aprovechando el frente de atraque que pudo salvarse.
En una coincidencia feliz, a la fecha de la catástrofe tres buques pesqueros de este tipo –el Arauco Segundo, el Vama y el Puerto Lindo– se habían internado en el mar, lo cual los libró de quedar encallados como la mayoría de la flota de pesca industrial coquimbana.
Jorge Rivera, capitán del Arauco Segundo, cuenta que ese día se enteró por radiocomunicaciones de lo que estaba sucediendo. “Amigos que tenían teléfonos satelitales avisaron (a otro barco) y ellos les comunicaron a los demás. Que se quedaran afuera, pero también la situación complicada de las familias”, indica.
Los pescadores pasaron momentos de angustia, pensando en sus familiares. “Un tripulante era familiar de una señora de Caleta Totoral que falleció”, señala Rivera.