– El domingo pasado arrancaron del hogar Laura Vicuña y llegaron a dedo a La Serena, a la casa de María, quien espera seguir apoyándolos y no dejarlos solos.
«Me encantaría seguir viéndolos y saber que están bien», cuenta.
Desde el Sename señalaron que «si hay una persona que quiera cuidar a la niña, le extendemos la invitación a que se inscriba en el programa de familias de acogida».
Jueves por la tarde. De los tres menores, dos se toman de la mano y caminan por una plaza. Son hermanos (ella de 11 años y él de 12) y casi toda su infancia han crecido en hogares. Ambos hicieron un pacto: no separarse jamás.
Los dos, junto a la otra menor, también de 12 años, quienes escaparon el lunes -7 de octubre- del hogar Laura Vicuña de Los Vilos, tenían claro lo que harían. Tras ver su noticia por internet y saber que la policía los estaba buscando, decidieron entregarse en Carabineros.
Antes, sentados en una banca, en una plaza, en algún lugar de Las Compañías, grabaron un video que se hizo viral en las redes sociales.
«Necesitamos ayuda por favor, den ayuda», dice uno de los menores.
La felicidad para ellos se terminaba. Volverían al lugar que nunca han sentido como suyo. Junto a ellos también lloraba María (nombre ficticio), cuya vida dio un giro de 180 grados desde que estos menores se cruzaron en su camino, ese lunes por la noche cuando golpearon su puerta pidiendo auxilio.
Una llamada que le cambió la vida
Esta entrevista fue realizada este martes, y María, ya sin tres de los menores, seguía complicada. Esta vez por Karina (nombre falso), la otra menor, y quien hasta el cierre de esta edición seguía bajo su cuidado.
«Sé que la situación es compleja, pero qué puedo hacer. No puedo dejar que se vaya… ¿a dónde irá?. Y tampoco la puedo entregar en tribunales, porque no quiere regresar al hogar, ya que tiene miedo que le pase algo», cuenta esta mujer en tono de preocupación, acompañada de Kimbelen Figueroa, psicopedagoga y defensora de los derechos del niño en la región.
Entonces María, con una voz a veces temblorosa, narra cómo es que estos menores llegaron a su vida, sin ella esperarlo.
Trabajando en su casa, ubicada en La Antena, estaba el lunes cuando recibe una llama telefónica. «¡Hola, nos puede guardar un secreto»!
Su corazón se detuvo por algunos segundos. Algo intuía. Y estaba en lo cierto.
«No supe qué decir en su momento, pero luego les dije que sí, que confiarán en mí, que no había problemas. Fue ahí que me contaron que estaban en La Serena, que se habían arrancado del hogar, y que por favor no los delatara», precisa.
Hicieron dedo, y ya en La Serena se acordaron de ella. Sí, se habían visto en otras oportunidades. Y lo explica.
«Los niños me conocen del hogar, a donde visitaba a otros niños, hijos de una amiga, y fue en esas visitas que comencé a tener este nexo con ellos. Y claro, se escaparon el domingo, los pillaron, pero el lunes nuevamente lo hicieron, y fue que llegaron a La Serena, y como a las 22 horas me ubicaron. Yo estaba en la casa, trabajando, pero no dudé en decirles que se vinieran inmediatamente».
Así llegaron a su casa. Con los puesto y con hambre. Entonces María los bañó, les dio de comer y los hizo dormir.
«Cuando llegaron, una menor venía echa pipi, así que los bañé, les pasé ropa y estaban felices, créame. De las tres niñas dos venían con los brazos cortados, con mordidas y todas moreteadas. Claro, los cortes se los provocaron ellas, pero los moretones son por las niñas más grandes que les pegaron en el hogar. ¿Sabe? Me da una pena enorme ver su situación, verlos tan indefensos, ¡si son niños! y que las autoridades no hagan nada. Y una que los cuida capaz que tenga problemas, por eso te pido que por favor no pongas mi nombre, no por ahora», avisa.
En tres días, asegura María, estos menores fueron inmensamente felices, porque se olvidaron de haber crecido dentro de las impersonales paredes del Sename, donde la infancia corre en tono gris, sin otro sueño que el de tener unos padres. Y ella igual fue feliz. Volvió a ser madre (tiene dos hijas).
«Primera vez que me pasa una situación como esta. Y nunca imaginé que me podía ocurrir. Pero la verdad es que los días que estuvieron en mi casa estos niños fueron felices. Jugaban, se bañaron todos los días, y eso lo encontraban muy extraño. Les saqué los piojitos, y claro, una de las menores era la más difícil, pues le decía que se pusiera las zapatillas -por ejemplo- y no lo hacía, se ponía a llorar, se tiraba al suelo y yo no sabía qué hacer, pero estuvieron súper bien los cuatro días en mi casa. ¡Si jugaban como niños normales! También los llevé a donde algunas amigas, que me ayudaron con ropa y donde nos esperaban con almuerzo, con la once».
Tengo pena, rabia…
Pero la felicidad de los niños y de María fue interrumpida el jueves de la semana pasada, cuando la noticia de su escape, su noticia, se hacía viral.
«Es la pena y rabia que me da, que lo hicieron no por gusto, sino porque tenían miedo de que por tenerlos en mi casa me podían llevar detenida».
Así fue que los niños decidieron grabar el video y subirlo a las redes sociales, donde en 41 segundos cuentan lo terrible que es vivir en un hogar del Sename.
«Nosotros pasamos frío, y las tías nos maltratan, nos dan pastillas, y sabemos que cuando lleguemos al hogar nos van a pegar…», menciona la menor en el video.
«Ellos piden que por favor alguien los pueda ayudar. Y yo lo quiero hacer…», afirma María.
Su relato es interrumpido por Figueroa, quien es tajante en señalar que «en este momento estamos trabajando en la asesoría junto a un abogado y ver cómo abordar el tema, ya que existe maltrato físico y psicológico con los niños, además que una de las niñas está amenazada de muerte, y es la que no quiere volver al hogar Laura Vicuña de Los Vilos, en donde está su hermana. Así que estamos derivando la información a Sename nacional, porque lamentablemente Sename regional no ha tenido respuesta a otras demandas que hemos hecho, referentes no solamente a este tema, sino que también al hogar Oscar Pereira de Coquimbo».
Quiero ayudarlos…
Lo que María quiere es tratar de ayudarlos, a como dé lugar. «Ella no quiere volver por las amenazas, pero está complicada porque su hermana sí regresó. Es menor de edad y puede que yo me vaya detenida, pero ella está feliz en la casa, y prefiero que esté conmigo que en cualquier otro lugar…», asiente.
Desde el jueves que María ha mantenido contacto con los menores y certifica que una de ellas se volvió a cortar sus manos -muestra las fotos- «y he escuchado por video llamada cómo le gritaban las otras niñas, seguramente de las otras piezas. De los otros dos hermanos no he sabido más, pues tengo entendido que fueron derivados a Ovalle y no sé cómo saber de ellos, y me da pena».
Si pudiera, reconoce, se quedaría con ellos. Pero sabe que es complicado. Muy difícil, «pero por último ver la manera de apadrinarlos, irlos a ver, llevarles sus cositas, puesto que les tengo un montón de cosas guardadas, como sus útiles de aseo, mercadería, ropa, y eso es lo que quiero, ir a dejarles las cosas y sacarlos del hogar, porque ellos eran los únicos cuatro niños que no tenían visitas. Las mayores son de Las Compañías y su mamá es drogadicta, mientras que los dos más chicos nacieron en Santiago, fueron adoptados y también maltratados, por lo que tuvieron que regresar al hogar».
Desde Sename, sabiendo esta situación, su directora Verónica Zárate comentó que «la residencia no ha informado que exista una persona que quiera apadrinarla. Y si así fuera, cualquier decisión que involucre a la niña debe ser evaluada por el tribunal de familia. Ahora si hay una persona que quiera cuidar a la niña, le extendemos la invitación a que se inscriba en el programa de familias de acogida. De esta manera, luego de la evaluación correspondiente, podría solicitarle al tribunal su intención de acoger a la niña».