La realidad del espacio que fue entregado al comercio ambulante hoy es muy distinta a la que en un comienzo se planteó. De 84 locales, solo quedan cerca de 40 y cada día va bajando. «Acá ya no se puede estar, se estancó», dice un dirigente.
Fue el 10 de octubre del año pasado cuando se inauguraba el anhelado Mercado Central, espacio que serviría como un impulso económico para 84 familias. Hoy nada de eso.
Emplazado en calle Contournet, detrás de La Recova, esa fría mañana se cortó la tradicional cinta con la presencia del alcalde Roberto Jacob, el entonces delegado presidencial Rubén Quezada y además se firmó un contrato de arriendo con el dueño del terreno, Juan Rendic.
«Es un día especial, culmina una larga etapa en que logramos ponernos de acuerdo, conversar y dialogar», sostuvo el alcalde.
Pero para Francisco Contreras, dirigente del Mercado Central, «hoy el sitio está al borde del colapso, en cualquier momento cierra».
Una verdad latente que en nada se presagiaba meses atrás, o incluso cuando el terreno les fue facilitado, en agosto de 2022. Todo, en un plan de recuperación de Espacios Públicos que comenzó en Santiago y se fue trasladando a otras regiones.
Lamentablemente, la realidad para los que todavía se mantienen en el lugar, incluso a regañadientes, es muy distinta a cuando comenzaron, «porque si no cerremos este mes, seguramente será el otro, pues quedan cerca de 40 personas en el lugar -de 84- y todos los días va avanzando la lista de retiro», agrega el dirigente.
CADA VEZ MENOS
Varios son los motivos para la drástica decisión: poca ayuda del municipio y porque al lugar no ingresa nadie, se quejan. A eso, advierte Contreras, «al no tener dinero para el arriendo, como es un lugar privado, la gente se va. Pagamos 4 millones mensuales y eso se podía hacer cuando los locales estaban llenos, pero ahora hay menos y bajando todos los días».
Para ellos la idea «nunca fue terminar de esta manera», sino seguir y cumplir con los objetivos, salir de la calle y formalizarse. «Quizás nos hemos equivocado al no saber hacer las cosas, eso se ha dicho siempre, pero no se pudo avanzar. Finalmente el mercado se estancó, sin solución, por cuanto las peleas que tuvimos con el municipio no sirvieron de nada, ya que nunca hubo intención de ayuda, sino que siempre nos atacaron y nunca se nos sacó el estigma de quienes éramos: siempre se trabajó con los ambulantes, nunca con los locatarios del Mercado Central…».
Cuando se abrieron por vez primera sus puertas, como plazo se pusieron un año para trabajar, «pero las condiciones no se dieron».
Hoy viven el día a día, «y si llegamos a fin de mes se paga, y quien no tiene se va, y eso es lo lamentable, debido a que esto partió como un tema social que ya no existe, porque sigue en el lugar quien paga. Hoy los que querían estar siguen en sus puestos, pero no nos sirve con 40 personas».