La industria minera a nivel nacional es unos de los pilares de nuestra economía y es reconocido como uno de los grandes actores en temas de creaciones tecnológicas a gran escala en los procesos productivos y de seguridad de las faenas. A pesar de ello, la industria se encuentra al debe en temas de innovación dirigida a las personas y al bienestar de ellas.
Según la Corporación Chilena del Cobre (Cochilco), la cartera de inversión minera en Chile totaliza 72.503 millones de dólares para los próximos 10 años, impulsada por la incorporación de nuevos proyectos y para apoyar la innovación en proyectos de gran escala y algunos más pequeños, que son los que necesitan en la actualidad la industria.
Las mineras chilenas siempre han generado grandes desarrollos de soluciones que les permiten mejorar sus operaciones. Estos, entregados comúnmente por empresas externas, son del tipo tecnológico para mejorar la operación en sus faenas, los cuales pueden llevarse a cabo con poca dificultad dados los altos presupuestos que manejan las mineras para poder buscar solución a sus problemas, y que son financiados por el alto retorno que se sabe con certeza se obtendrá de estos desarrollos.
«Existen varias problemáticas que llevan día a día los trabajadores de las minas, por viajes hostiles, calor y malestar al interior de las minas, que se pueden solucionar con simples cambios que ayudaría aún más al ambiente de trabajo y por lo tanto a la productividad», comenta Gonzalo Jara, Consultor Senior de Transforme.
«En la actualidad existen muchas otras maneras de innovar de forma interna, a menor escala y con un gran impacto, las cuales no se están llevando a cabo de forma exitosa en esta industria, o simplemente no se están considerando, y son de igual importancia que los avances tecnológicos, ya que muchas veces tienen que ver con el bienestar de los trabajadores de las minas, que muchas veces es complicado» comenta Jara.
Para los especialistas en innovación de Transforme es importante lograr que los colaboradores se den un tiempo de detenerse, observar e interactuar con sus pares para generar y gestionar mejoras de procesos más pequeños, quizás mejoras continuas simples, donde si bien cada una no generará un gran retorno, la suma de todas ellas tendrá un gran impacto que puede ser tanto financiero como cultural.
«En esta innovación más pequeña puede darse solución a problemas recurrentes que, si bien no interrumpen el trabajo, si generan una sensación de incomodidad a alguien y deberían ser solucionados para evitar que se normalicen con frases del tipo «siempre ha sido así y no se puede cambiar». Algunos ejemplos de problemas para esta innovación continua pueden ser del tipo culturales («cómo conseguimos que el viaje desde el campamento a la faena sea lo más cómodo posible», «cómo evitamos las colas en la cafetería», «cómo mejoramos la calidad del descanso»), hasta encontrar soluciones para optimizar procesos internos que requieran mucho papeleo o donde no hay visibilidad del estado en que este se encuentra este una vez se ha iniciado», comenta el especialista.