Un espacio de reencuentro enfrenta dificultades, ya que, a pesar de su valor sentimental, el lugar lidia con varios desafíos. El descuido de algunos vecinos y la basura ponen en riesgo la preservación de este importante sitio para honrar la memoria de las mascotas.
En el sector del Olivar Bajo, en la ciudad de Coquimbo, se encuentra un espacio dedicado a la memoria de las mascotas, un cementerio de animales situado al costado de la línea del tren, en calle Eugenio Marzal. Este lugar ha sido creado por los vecinos, quienes han sepultado alrededor de 100 animales, permitiendo así que la comunidad recuerde a sus fieles compañeros.
Al recorrer el lugar, los residentes nos indicaron que la encargada del cementerio de animales es una vecina del sector, quien comenzó con una sola tumba, y con el tiempo se ha visto cómo el espacio ha ido creciendo. Según los testimonios de la comunidad, este sitio es bastante apreciado, sin embargo también hay algunas opiniones negativas al respecto, principalmente de ciertos vecinos que se quejan de los olores que emanan del lugar.
En este contexto, Diario La Región habló con Yasna Espinoza, quien fue la impulsora de esta iniciativa.
«Todo comenzó cuando murió mi gatito Kenay atropellado, y al no tener patio no sabía qué hacer con él, porque no encontraba que fuera correcto echarlo a una bolsa y tirarlo a basura(…). Tiempo después algunas personas venían a preguntarme cuánto cobraba por enterrar a sus mascotas, pero la verdad yo tengo claro que eso es algo público, mi intención solo fue generar un espacio que pudiera servir para recordar la memoria de animalitos que se transforman en integrantes de la familia», comentó Yasna.
Según testimonios, ella, junto a una amiga, se encargan de mantener limpio el cementerio y de realizar arreglos constantes en el lugar. Lamentablemente dice haber descuidado un poco el sitio, ya que no puede hacer esfuerzos físicos debido a una orden médica relacionada con un problema en uno de sus brazos.
«LOS DEJAN EN BOLSAS…»
Por otra parte, denuncia que son muchos los que se benefician de este espacio, pero pocos son los que se comprometen a preservarlo. Ella menciona que, lamentablemente, constantemente encuentra bolsas con cuerpos de pequeños animales tiradas y sin sepultar, «hago todo lo que está a mi alcance para tener bonito el lugar, siempre ando recolectando palitos y pedacitos de madera para hacer placas en las tumbas(…) siempre pongo adornos, una vez compre más de 80 peluches para que el lugar no se viera deprimente y ahora uno va al lugar y no encuentra casi ninguno», señaló
Yasna dice que le gustaría que el lugar pudiera estar más lindo ya que dice se ha transformado en parte de la identidad del sector, «a veces mis esfuerzos son aprovechados por otras personas o se adjudican iniciativas que yo he tenido (…) una vez traje en mi camioneta muchos neumáticos que me conseguí para hacer un cierre perimetral al cementerio, y un día voy pasando y veo que la municipalidad los estaba sacando todos y los puso como unos maceteros unos metros más allá», indicó.
Comprometida
Sin embargo a pesar de esta dificultad, su compromiso con el cuidado del espacio y la memoria de las mascotas es evidente, ya que sigue buscando maneras de mejorar el lugar, «para que estuviera con buenas vibras una vez vino un cura a bendecirlo y se sorprendió mucho cuando le conté cómo surgió todo(…) para mí es muy importante poder preservar el recuerdo de los que yo considero son integrantes de la familia», comentó Yasna Espinoza.