La historia de la profesora de Antofagasta que pide que la AFP le entregue el total de sus fondos previsionales, revela una situación que también se vive en la región, y con casos extremos. «El sistema nos pone en una condición en que la mayoría de nosotros no estuvo nunca, que es el de la extrema pobreza», sostuvo el presidente regional del Colegio de Profesores
El caso de María Angélica Ojeda, la profesora jubilada de Antofagasta que pide que su AFP le entregue sus ahorros de jubilación para así no perder su casa, ha generado un nuevo foco de conflicto entre los diversos actores del sector.
Un caso que es más habitual de lo normal. Porque la carencia que hoy viven los docentes jubilados lleva a que se tomen estas medidas y que, como asegura Jorge Munizaga, presidente regional del Colegio de Profesores, «nos provoca una gran esperanza, porque ha habido otras presentaciones a nivel nacional que han sido resueltas de manera muy negativa, y por eso es que no han salido a la luz pública, pero esta es la primera vez en que la Corte de Apelaciones da lugar a la presentación de un afiliado a una AFP, por lo tanto eso nos genera inquietud, pero también mucha esperanza y expectativas».
Con 71 años, y jubilado hace dos, Munizaga reconoce que «este sistema no nos favorece en lo absoluto a los trabajadores, especialmente a los profesores, porque en el caso de la colega de Antofagasta, de un sueldo de un poco de más de un millón quedó recibiendo una pensión miserable de $180 mil, por lo que esa es la realidad que viven muchos profesores y trabajadores en Chile».
La voz de este docente se mezcla con la emoción, y unas dosis de bronca. Porque en lo que respecta a su gremio, la realidad es cruel.
«La mayoría de nuestros colegas, que han estado en este sistema por años y que obviamente por tener un contrato de 30 horas, por haber tenidos sueldos que no eran los de hoy, y que las cotizaciones previsionales en algunos casos tienen lagunas porque son declaradas por nuestros empleadores, pero no canceladas en forma oportuna, hoy lo están pasando mal. Por lo tanto, esperamos con mucha expectativa el resultado en el Tribunal Constitucional».
Casos fáciles de encontrar
Jorge Munizaga fue docente y director de un colegio municipal en La Serena. Trabajó 51 años en educación, primero como inspector y luego como profesor. Por consiguiente, conoce bien la realidad de la educación pública.
Por lo mismo, precisa que «estos son casos de profesores que hoy lo están pasando mal y que son fáciles de encontrar. Si acá teníamos una colega que fue encontrada por sus compañeros de trabajo hace dos años haciendo aseo en un supermercado, entonces no es que estemos inventando estas situaciones, sino que conocemos la realidad de nuestros maestros y vemos cómo hay que hacer un esfuerzo enorme como gremio para poder otorgarles algunos beneficios».
Y agrega: «Fui director de un colegio en La Serena y una colega, que era parte del equipo docente directivo, cuando se retiró, el total de su remuneración alcanzaba casi el millón de pesos y finalmente quedó ganando cien mil pesos, ¡y es un hecho concreto y real! Así que una persona que terminan ganando cien mil pesos me imagino que es fácil determinar en qué condiciones seguirá viviendo, porque con ese dinero no les alcanza para pagar la luz, el agua y el gas, menos para comer».
Mil profesores esperan en la región
A casi 40 años de que se gestara la denominada deuda histórica, miles de docentes jubilados aún siguen luchando para que el Estado les reconozca y repare. Muchos de ellos sobreviven con lo mínimo, otros han fallecido esperando.
En ese sentido, advierte que en la región no se sabe la cantidad exacta de todos los profesores que fueron traspasados en la época del gobierno militar desde el sector público al sector municipalizado, «pero sí sé que a nivel nacional han muerto 14 mil profesores, y quedamos cerca de 50 mil esperando. Y acá en la región debemos estar cercano a los mil profesores los que seguimos esperando el bono de la deuda histórica. ¿Sabe? Esta situación ha sido así desde siempre, por lo tanto, y desde esa perspectiva, es muy importante que este asunto de las AFP tenga un cambio o se determine otro modelo previsional. No obstante, seguimos insistiendo en que nuestra constante es el tema de la deuda histórica, porque sabemos que con eso lo que podamos lograr irá en beneficio de la mísera pensión que en este momento están recibiendo los profesores de nuestro país».
Realidad negra en la región
Explica rápido, casi acelerado, que haciendo una aproximación hace dos años en la comuna de La Serena «nos salimos por el tema del bono de retiro más de 150 profesores y en el resto de la región, ya deben ir más de mil colegas que se han acogido a este beneficio, que, sin embargo, es beneficio entre comillas, ya que lo único que nos beneficia es recibir este bono que es producto de toda la negociación que ha llevado el gremio con diferentes gobiernos. Sin embargo, es importante considerar que recibir el bono ($20 millones) significa que el profesor baja a un tercio su remuneración, lo que en el caso de la profesora de Antofagasta le generó una pensión de 180 mil pesos».
Asegura que en la región «hay colegas que están recibiendo eso, algunos mucho menos y otros un poco más, pero la variabilidad de la pensión no condice con lo que el profesor está ganando ni con lo que debiera quedar ganando, que es menos que el sueldo mínimo, y eso no puede seguir ocurriendo.
Es que no coincide el concepto de jubilación, que viene de júbilo, de que me voy feliz después de haber cumplido más de 40 años de ejercicio docente y con alumnos, en el caso de profesores que trabajamos en la educación pública, los más desposeídos del país».
Lo cierto es que la noticia de la profesora en Antofagasta le causa hasta emoción. Porque eso mismo ocurre acá, con colegas que han contado su caso o que se han enterado a través de otros.
«Tenemos casos de colegas que no han salido a la luz, pero sí los hemos escuchado decir que un día van a almorzar a la casa de un hijo, al otro día van a la casa de otro hijo o de otro pariente.
Y es más. Los hemos escuchado decir que deben eliminar algunos servicios básicos, como el teléfono, porque no les alcanza para pagarlo, y que tienen que hacer milagros para comprar, en algunos casos, sus remedios y pagar la luz y el agua.
De verdad que el sistema nos pone en una condición en que la mayoría de nosotros no estuvo nunca, que es la de extrema pobreza, además que con los años se deteriora toda la parte interna y externa de los profesores, así que comenzamos a depender de otras personas, y los que no tienen la suerte de haber tenido una familia numerosa o hijos, comienzan a vivir prácticamente de la caridad, y por eso que nos hemos encontrado, por ejemplo, con profesores que andan vendiendo parches curitas, o que andan haciendo aseo en algunas casas particulares…».