Manadas de unos doscientos ejemplares de delfines oscuros, ballenas jorobadas, fin, azules y calderones grises, fueron vistos ayer en las costas que conectan la tercera y la cuarta región. Desde luego ha sido un gran atractivo para los turistas tanto nacionales como extranjeros. Los avistamientos, que podrían durar hasta el mes de abril, tienen que ver con el recorrido que realizan los animales con fines reproductivos y que los hacen estacionarse durante un tiempo en la región para proveerse de comida. Así lo señala Guillermo Luna Jorquera, Académico de la universidad Católica del norte y Doctor en Ciencias Naturales, quien destacó que «lo particular de esta zona son las condiciones de productividad que existen. Toda esta zona, particularmente la que está en la zona de La Higuera, es muy rica en alimento para ellos, lo que se suma a que es una zona que está relativamente poco impactada por actividades humanas». Esto más el estado de conservación que tiene la zona, serían parte del por qué los animales prefieren quedarse. «Esto atrae a los cetáceos a alimentarse acá. Es posible también que hayan otras especies que estén utilizando estos espacios como parte de su recorrido para su reproducción tales como las ballenas francas y azules», indica, por ello sus avistamientos en el sector. Esta riqueza de especies, que es mucho mayor a la que se ha registrado en otras partes del país, es algo que también impacta a los visitantes de quienes indica «tienen la percepción de que los únicos delfines que andan por acá son los delfines nariz de botella que viven entre la Isla de Choros y Chañaral, pero el delfín de rizo también es frecuente en la bahía de Coquimbo; lo que pasa es que se mueve más entonces no es tan fácil predecir dónde se van a encontrar. En cambio si vas a choros es más probable que los puedas ver todo el año», señaló. El por qué eligen siempre lugares como estos es porque, «según lo que tenemos entendido las especies evitan entrar a zonas que son muy urbanizadas o que tienen estructuras como grandes puertos o donde hay grandes tráficos de embarcaciones, sobre todo de embarcaciones mayores porque el ruido que generan en la columna de agua las actividades industriales en la costa y los grandes barcos molesta a los cetáceos. Por ello evitan acercarse a estas zonas», indicó. Por ello, y buscando conocer cómo se desenvuelven y viven su paso por la región, es que desde 1999 han estado realizando cruceros en los que «hemos ido registrándolos en un área relativamente pequeña considerando la extensión de la costa chilena. Hemos hecho observaciones en el mar y desde tierra y en todo este tiempo lo que nosotros hemos podido registrar es una cantidad de quince especies distintas de cetáceos, lo que es bastante en términos de riqueza de especies, mucho más de lo que se ha registrado en otras partes del país».