Hace una semana que el ingeniero Osvaldo Guajardo apoya en las labores de búsqueda de los dos pescadores desaparecidos en el naufragio de Isla Pájaros. Se traslada todos los días en su camioneta desde La Serena hasta la zona cero, que hasta ayer se extendía hasta el sector de Punta de Choros. Sobrevuela la zona con cuatro drones que acompañan su ruta. La jornada la termina a eso de las 21 horas, cuando le toca volver a casa sin novedades, pero con la esperanza más viva que nunca.
Es miércoles 21 de julio de 2021. Son las seis de la mañana y el joven serenense de 37 años, Osvaldo Guajardo, emprende un nuevo viaje al lugar donde se concentra el rastreo en búsqueda de Domingo Arriagada y Peter Moraga, hombres de mar que se encuentran extraviados desde el pasado 6 de julio.
Sexto día de búsqueda para este egresado de ingeniería, que de niño soñó con ser piloto de aviones privados, pero por cuestiones económicas decidió estudiar una carrera tradicional. «Me hubiese salido 60 millones el curso», comenta a LA REGIÓN.
Tras haber perdido su empleo formal, decidió reinventarse y se compró un dron para poder generar recursos extras. «Como siempre tuve la curiosidad por hacer volar algo, me la jugué, pero lamentablemente no he tenido suerte con ofertas de trabajo. Además la pandemia me hizo cerrar una cafetería que tenía, entonces tenía que rebuscármela como sea».
Pese a la mala racha laboral, en abril de 2020 sacó la credencial en la Dirección Aeronáutica Civil y hoy cuenta con cuatro equipos. Y como no quería tener sus «juguetitos» parados, tuvo la iniciativa de apoyar de forma desinteresada en el rastreo de los pescadores. «Vi la noticia por la prensa y quedé impactado».
Así, quiso sumarse cuanto antes a los trabajos y se contactó con Pablo Herman, quien era intendente por ese entonces, y con el alcalde de La Higuera Yerko Galleguillos. Sin embargo, no tuvo la aprobación de las autoridades locales para integrarse al equipo oficial de búsqueda.
«Costó en un comienzo, pero luego tuvimos la aprobación de los pescadores de Punta de Choros y Caleta de Hornos. También estoy en contacto directo con el teniente de la Armada Guillermo Fuster, donde lo mantengo informado de cada cosa que voy encontrando. Sé que no es llegar y decir voy a ayudar, se necesitan muchas condiciones y yo las tengo».
Al ver las características del accidente, Guajardo sentía cada día más curiosidad por sobrevolar la costa. «Cuando metes el dron 80 o 100 metros mar adentro, y haces un enfoque de 90 grados hacia abajo, tu puedes ver cualquier cosa que esté flotando, porque se forma un contraste de luminosidad y el agua, que te permite ver lo que sea, he visto delfines, lobos marinos, aves. El zoom realmente puede hacer maravillas.»
Una de las tareas más difíciles que tuvo fue mostrarles a los pescadores los restos de prendas que halló la imagen de control de su nave. «Encontré unas zapatillas y otras pertenencias de los desaparecidos, que fueron reconocidos por sus colegas. También vimos algunas partes de la embarcación, lo que fuer debidamente informado a la gobernación marítima».
Unos 100 kilómetros cuadrados debe haber abarcado desde el aire. En su titánica tarea asegura que ha recibido el cariño de la gente del mar, que han armado un verdadero campamento haciendo vigilia. «Es conmovedor ver como que le meten garra para seguir buscando a los que faltan. Ellos se juntan todos los días en Caleta de Hornos, me han invitado a comer pescado frito. Don Mario y don Roberto, de los sindicatos, han hecho posible que yo esté apoyando hoy en esta labor».
«Espero que esta historia tenga un final feliz. En un comienzo de todo esto yo pedí por redes sociales integrarme a la búsqueda, con el paso de los días ya soy uno más del equipo y estoy tan comprometido con la causa como el resto», sentenció el operador
de drones.
El operador de dones menciona que ha sido difícil escuchar el testimonio de los sobrevivientes. «El más joven de ellos me decía que cuando sintieron el impacto con el islote fue de la nada, y la embarcación se partió inmediatamente. Alegan que no vieron el faro, porque estaba apagado. Se tuvieron que abrigar cuerpo con cuerpo, es brutal escuchar todo eso con un llanto de fondo».
El frío que hace en el sector se siente muy fuerte. Desde Totoralillo Norte hasta Punta de Choros ha extendido sus vuelos aéreos. «Por eso he decidí regresar todos los días a casa y volver a la mañana siguiente, porque las bajas temperaturas que hay en el lugar hacen que no pueda quedarme a acampar. Me he llegado a poner hasta cuatro chaquetas, es que piensa que estoy a la orilla del mar».
Su familia lo apoya, saben que es por una buena causa. «Hago esto desinteresadamente en lo económico, me mueve el hecho de poder apoyar con estos aparatos. Quiero que estos pescadores cierren el ciclo encontrando a sus seres queridos cuanto antes».
Pretende extender sus trabajos para este viernes, y así cumplir una semana de tareas logísticas, pero está dispuesto a continuar si es que lo piden.
En la zona, los trabajos siguen liderados por la Armada
y el grupo Gersa de bomberos, que ha sumado tecnologías como robots submarinos para apurar el rastreo.