Pampilleros llegaron a terminar sus terrenos: juntan hambre y sed

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La instalación anticipada y definitiva de familias carpistas, que llegaron este martes al histórico recinto luego que este se encontrara cerrado durante los últimos días por motivos de mantención. 

Los enojos por los retrasos para armar la casita en los sectores cercano a la explanada de tierra, se quitan con la cuenta regresiva para el corte de cinta de la gran celebración en Coquimbo.
Las autoridades municipales habían anunciado la apertura de puertas para este 10 de septiembre, a eso de las 8:00 de la mañana, sin embargo, los portones este martes no se abrieron sino hasta las 10:00 am, provocando una larga fila de automóviles, que se extendió desde la Pampilla hasta el sector de El Llano.
Hubo reclamos y algo de indignación, que se mezclaban con informaciones que hacían referencia al pago por metro cuadrado según trascendidos en redes sociales que llegaron a los carpistas.
A pesar de la gran molestia que hacía referencia a quedarse con las ganas de haber demarcado antes el lugar, sobre todo durante el fin de semana, cuando hay más manos para levantar la carpa, los vecinos señalaron a LA REGIÓN que están con las pilas puestas, dejando impeque el espacio que los cobijará por una semana.
Mientras la mayoría junta hambre y sed, les contamos algunas historias. Algunos ya analizan a los amigos que vienen a visitarlos, a los colados, el llamado es a que lleven siquiera una bebida.
La familia Cifuentes Narambuena, oriundos de Talca pero con raíces ya profundas en Coquimbo. Desde hace 21 años son propietarios del conocido almacén «Carelia Belén», en la comuna puerto.
Llegaron con maletas y petacas, se han organizado para instalarse en la calle más transitada de la Pampilla. Eran de los primeros que arribaron en la jornada de ayer, con carpas, mesas, colchones y sillas para disfrutar de las festividades.
«Todos mis nietos son coquimbanos», comenta orgullosa la matriarca de la familia. Sin embargo, este año tuvimos que acampar desde el 5 de septiembre, nos quitaron la posibilidad de seguir con nuestra costumbre, pero lo importante es que ya estamos todos y que vamos a pasarla malito».

Los Godoy Silva estuvieron desde las 8:00 am, esperaban con ansias el acceso al recinto. La fila de automóviles crecía y, entre los murmullos de los asistentes, circulaba el rumor de que se pretendía cobrar por los sitios, cuestión que fue desmentida por la administración Manouchehri.
Recuerdan con nostalgia cómo en los primeros años se instalaban en los roqueríos, cercando el terreno con sábanas y cobertores, abasteciéndose apenas con velas. Hoy, con carpas, toldos y hasta generadores, su forma de celebrar ha evolucionado, pero el espíritu sigue intacto: «Ni para el Año Nuevo nos juntamos tanto como para el 18», afirmaron.
David Soto, mejor conocido como «el chascón», lleva casi 30 años trabajando en la Pampilla. «Por historia, estos terrenos fueron donados para que la gente de Coquimbo pudiera celebrar sus Fiestas Patrias», comenta.
En la familia Cordovés Vallejos esbozan que «a los negocios les arreglan todo, pero a nosotros no. Uno limpia, uno empareja, uno trae sus cosas, uno hace todo», sentenciaron.

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