Cada día los arqueólogos se esmeran por reconstruir nuestro pasado a partir de las evidencias que dejaron nuestros ancestros. Muchas veces las señales son muy claras y no requiere de grandes interpretaciones. Hace unos días, en el sitio arqueológico de El Olivar, ubicado en la salida norte de La Serena, los arqueólogos descubrieron una pieza cerámica que deja en evidencia el tipo de encuentro que se produjo entre los Incas y Diaguitas que habitaron esta zona del país.
La valiosa pieza, una especie de vaso doble, forma parte de un conjunto de vasijas cerámicas halladas en la sepultura de un niño o niña de menos de dos años.
«Se trata de dos keros unidos… en las culturas precolombinas del área andina no es raro encontrar personas enterradas con pares idénticos de keros. Estos eran vasos utilizados habitualmente para brindar con otra persona, o con deidades, en el marco de distintos tipos de ceremonias. La pieza hallada tiene una enorme carga simbólica… en este caso, ambos vasos están unidos y comparten un asa con forma de felino. Para los incas, los felinos, y particularmente el puma, era un animal asociado a los guerreros y fue un auténtico estandarte del imperio Inca. Entre los Diaguitas preincaicos, el felino también tenía una importante carga simbólica y lo vemos representado habitualmente en sus vasijas cerámicas», indicó a LA REGIÓN, el arqueólogo Gabriel Cantarutti.
En tanto, la arqueóloga, Paola González, asegura que esta pieza representa el proceso de encuentro entre Incas y diaguitas que fue, desde todo punto de vista, excepcional.
«En muchos otros lugares incorporados al imperio Inca, las poblaciones mantuvieron con algunas modificaciones su propia alfarería….acá en esta zona, en cambio, hubo una gran llegada de iconografía cuzqueña con todos los valores simbólicos e ideológicos involucrados en ellos, como por ejemplo, principios de cuatripartición. Aquí podemos observar cómo estas culturas, pese a no poseer lo que nosotros ordinariamente entendemos como escritura, sí fueron capaces de comunicar conceptos complejos a través del intercambio iconográfico. Se trata de lenguajes visuales que dan cuenta de procesos sociales», dijo.
Los expertos destacaron que en uno de los cuerpos de la pieza se observa un diseño netamente cuzqueño, mientras que en el otro el diseño es claramente diaguita. «… Esta materialidad es símbolo del encuentro entre ambas culturas, hay formas cerámicas que se están generando en este período, como en el caso de este kero doble, para las cuales no hay un referente previo, pero en la cual se mezclan códigos visuales tanto locales como cuzqueños. Esto demuestra que el Inca tuvo un gran respeto por las manifestaciones de arte local, vinculado con una cosmovisión chamánica. Sin duda, esta pieza nos va a dar mucho que pensar por la riqueza a nivel simbólico que representa», dijo Paola González.
En la misma sepultura se encontró además una segunda vasija con modelado felínico, reforzando la importancia que tuvo esta figura para los diaguitas en tiempos incaicos.
«En el caso de otro individuo enterrado en el sitio habíamos advertido la presencia de valvas de ostión trabajadas que pensamos fueron utilizadas como recipientes o tabletas para el consumo de sustancias psicotrópicas. En esta nueva sepultura que hemos hallado, el recipiente sigue siendo una valva de molusco, pero de uno muy especial, exótico, del genero Spondylus, que sólo se encuentra en las costa de Ecuador y norte de Perú. Se trata de un tipo de molusco cuya presencia en la región y en otras de los Andes meridionales se vincula con la expansión del Estado Inca. En este caso la sepultura no muestra elementos propios de aquel momento, aunque no podemos descartar que fechados radio carbónicos arrojen un fechado del período incaico para el individuo», afirmó Cantarutti.
El arqueólogo indicó que se trata de un hallazgo muy importante por el valor que se le daba a la concha de Spondylus. «Si fuera preincaico, nos hablaría de una amplia circulación de bienes hasta estas latitudes, que involucrarían esferas de interacción desde la costa de Ecuador, hasta el norte semiárido de Chile. En caso de ser de tiempos incaicos también sería una situación muy interesante. Sabemos que la concha de Spondylus, ya fuera a nivel de fragmento no procesado o de objetos elaborados, tenía un valor social importantísimo. De hecho, en los primeros años de la Conquista, los españoles se sorprendieron al constatar que este material era tanto o más valioso que el oro para las poblaciones andinas. En este caso, el rol desempeñado por el individuo enterrado seguramente le permitió tener acceso a un objeto tan valioso como éste. Cabe destacar, que estas conchas estaban directamente relacionadas con cultos a la fertilidad «, dijo.
El 20 de mayo en el Museo Arqueológico de La Serena se realizará una conferencia en la que se presentará un adelanto del trabajo que se ha desarrollado en el sitio arqueológico de El Olivar.