Desde hace algunas semanas ha emergido de manera natural un movimiento de conductores de camiones repartidores de gas que reclaman ser víctimas a diario de violentos asaltos, que quedarían impunes en su gran mayoría, según los alegatos realizados a este medio.
Choferes de Coquimbo y La Serena han desplegado lienzos en zonas estratégicas de las principales comunas en el último tiempo, paralizando incluso sus funciones en varias jornadas a modo de protesta. Reclaman presunto abandono de parte de la jefatura de las grandes empresas del rubro, y otras quejas como la supuesta prohibición de manifestarse en el futuro. «Amenazan con despedir a los funcionarios que armen ruido, como fue mi caso, me echaron por liderar todo esto».
Palabras de Daniel Soto, ex trabajador de la empresa Gasco en Coquimbo, recientemente asaltado a finales de agosto por al menos dos sujetos que lo interceptaron en Tierras Blancas, en el sector de San Ramón.
«Un colega me hizo el contacto para repartir un balón de gas, todo normal, con un llamado de por medio de parte de los aparentes clientes, que me apuraban diciendo que debían irse de la casa. Al llegar no me percaté que había una segunda persona, la cual me hace una encerrona, dejándome completamente ensangrentado. Yo me abalancé contra uno de ellos que estaba desarmado, pero de la nada aparece un segundo que me ataca directamente», sostiene Soto
Le dieron el denominado «cachazo» con la pistola en la cabeza y múltiples golpes de pie y puño. Le quitaran la recaudación del día, algo como 260 mil pesos, dice con rabia. Además de pertenencias personales, como dos celulares y la billetera
«Al final de cuentas no hubiese puesto resistencia, si el daño del robo me lo descontaron a mí. Ahí comenzaron a llegar vecinos también a prestarme ayuda, decían que habían visto a estos sujetos merodear sospechosamente por el sector, que antiguamente otro colega había sido afectado por una banda que habituaba a asaltar a los repartidores».
Por el acento de uno de los delincuentes, Daniel afirmaría que sería un inmigrante el que lo había atacado cobardemente con la parte trasera del arma de fuego. Mientras que el otro individuo, que se comunicó con él vía teléfono, era chileno. Da cuenta de un relato lleno violencia que sin lugar a dudas pudo terminar de peor forma. La sacó barata.
«Lamentablemente no todos los carros tienen cámaras de seguridad, por lo que no se pudo evidenciar el hecho. Mi caso fue quizás el más complejo en cuanto al daño personal, ya que estuve secuestrado, manejando varios metros hasta que me dejaron botado. Pero hay una serie de otros asaltos a colegas que hicieron agotar la paciencia de los muchachos. En ese sentido es que hemos estado movilizándonos con el objetivo de ser escuchados de una vez por todas».
Su imagen con la cara llena de sangre estremeció al rubro en la zona. Prometieron que no aceptarían un caso parecido. En el cruce de La Cantera y en la pasarla de La Herradura colgaron banderas. Hace días salieron en fila todos a los adherentes del movimiento, tocando las bocinas en las principales calles de La Serena y Coquimbo.
Comenzaron a salir las primeras funas a la jefatura de empresas como Gasco, Abastible y Lipigas, ante el supuesto rechazo de las diferentes empresas mencionadas al movimiento que se levantaba en la conurbación.
De los 35 conductores repartidores que iniciaron el descontento exigiendo mayor seguridad, hoy quedarían 31. Según la denuncia de Soto, existirían presiones de las grandes firmas para que los trabajadores no se manifiesten.
«Ha llegado a los oídos de los dueños, quienes además han visto con sus propios ojos en las redes sociales todo lo que nos hemos manifestado. Por eso amenazaron con despedir a todos los que paralicen, como es mi caso. Estamos atados de manos, y ahora más encima no podemos reclamar, y mientras tantas medidas de seguridad no tenemos, seguimos a la deriva y ahora sin un derecho básico, porque hay amenazas», sentencia Daniel Soto, dirigente del movimiento no más asaltos a repartidores.
No solo los trabajadores que reparten gas sufren de atracos en la zona. En horas de la tarde de este martes, un camión de CCU fue abordado por desconocidos, que tras intimidar a los funcionarios se llevaron la mercancía.
Hechos ocurridos a plena luz del día en el centro porteño, en O’Higgins con Enríquez. Desde el COSOC ven con preocupación como han ido en aumento delitos de esta índole e hicieron un llamado a concretar medidas de corto plazo con las autoridades de gobierno y municipales.
«Vemos con mucha preocupación esta ola de delitos que están afectando a los repartidores de la zona. No solo es condenable la situación por lo que pasan los conductores, sino que también la realidad de los vecinos, que ya no dan más con la delincuencia», señala Richard Espinoza, miembro del Consejo de la Sociedad Civil de Coquimbo.